En el frente empresarial, en la seccional Pitalito de la Cámara de Comercio del Huila, está a cargo de Clara Inés Medina.
POR WILFRED TRUJILLO TRUJILLO
Diputado Asamblea del Huila
El progreso de una sociedad se
mide, en gran parte, por su capacidad de ver en la diversidad una fuente de
fortaleza. En esa línea, la presencia de mujeres en cargos públicos ha sido uno
de los cambios más importantes de los últimos años. No se trata solo de cumplir
con la igualdad formal, sino de abrir espacios a nuevas perspectivas que
enriquecen la democracia y permiten construir políticas más humanas, inclusivas
y conectadas con la realidad de la gente. La evidencia es clara: allí donde las
mujeres participan en la toma de decisiones, los resultados en salud,
educación, programas sociales y transparencia suelen mejorar. No es un discurso
vacío, es un hecho respaldado por datos y experiencias en distintas partes del
mundo. Países como Finlandia, Nueva Zelanda o Chile han demostrado que incluir
mujeres en los más altos niveles de poder político no solo fortalece la
transparencia y la legitimidad, sino que también genera transformaciones
sociales profundas.
En Colombia, la participación
femenina ha avanzado, aunque sigue siendo insuficiente. De acuerdo con cifras
de la Función Pública, hacia finales de 2024 las mujeres ocupaban cerca del 48%
de los cargos directivos en el sector público. Este dato, que se acerca a la
paridad, es alentador porque refleja un esfuerzo institucional por equilibrar
la balanza y cumplir con la Ley de Cuotas, que exige al menos un 30% de
representación femenina en altos cargos del Estado. Sin embargo, este logro
debe analizarse con cuidado, alcanzar paridad en lo administrativo no significa
que en lo electoral y político el avance sea el mismo. Y allí están los
principales retos, porque en los escenarios de elección popular las barreras
son mucho más duras para las mujeres.
La política colombiana sigue
marcada por desigualdades históricas. En el Congreso, la participación femenina
apenas supera el 30%, pese a que las mujeres son más de la mitad de la
población. A nivel departamental y municipal, los obstáculos se multiplican;
falta de financiamiento para las campañas, escasas redes de apoyo dentro de los
partidos, estigmatización social y mediática, violencia política de género y,
en muchos casos, una cultura que desconfía del liderazgo femenino. Aun así, los
ejemplos hablan por sí solos, pues cuando una mujer llega a un cargo de elección
popular, no solo fortalece la gestión pública, también transforma la forma en
que la sociedad entiende lo que significa gobernar. Bogotá, Atlántico, Valle y
Meta han sido escenarios donde liderazgos femeninos marcaron huella con visión
y determinación.
Si miramos al Huila, los
avances conviven con rezagos. En las elecciones de 2023, solo dos mujeres
fueron elegidas alcaldesas en los 37 municipios del departamento. Aunque el
número es bajo, representa un paso adelante en un territorio donde la política
ha estado tradicionalmente en manos de hombres. Desde el sector gremial, el
liderazgo femenino también impulsa la competitividad regional y la articulación
público-privada. Además, en varios municipios mujeres lideran secretarías y
oficinas claves, como planeación, educación y programas sociales. En años
recientes, por ejemplo, la Secretaría de la Mujer, Infancia y Familia de Neiva
estuvo a cargo de Mirna Sánchez Piedrahita, una profesional reconocida y
recordada por su experiencia en lo público, lo privado y la cooperación
internacional, cuyo trabajo dejó huella en la construcción de políticas
públicas sensibles a poblaciones vulnerables.
La consolidación del liderazgo
femenino en el Huila también se refleja en iniciativas institucionales y
comunitarias que buscan fortalecer la voz de las mujeres en la vida pública. La
Gobernación del Huila, en alianza con la Escuela Superior de Administración
Pública ESAP, puso en marcha el programa “Liderazgo Femenino Huilense”, una
estrategia clave que brindará formación en derechos, liderazgo y gobernanza a
más de 1.200 mujeres del departamento. Esta iniciativa, que comienza en tres
municipios y se proyecta hacia todo el territorio, no solo ofrece herramientas
académicas y técnicas, sino que abre la posibilidad de que las mujeres
huilenses participen con mayor preparación en los escenarios de decisión
política, social y comunitaria. Se trata de un esfuerzo para derribar barreras
históricas y garantizar que las voces femeninas influyan de manera real en el
diseño de políticas públicas que afectan directamente su vida y la de sus
comunidades.
Más allá del diseño
institucional, el liderazgo femenino ya se expresa en rostros y trayectorias
concretas en todo el departamento. Este liderazgo tiene rostro en el Huila. En
el frente empresarial, Lina Marcela Carrera, presidenta ejecutiva de la Cámara
de Comercio del Huila; en Pitalito, la seccional está a cargo de Clara Inés
Triviño Medina, Su gestión no solo fortalece la institucionalidad, sino que
también abre camino para que más mujeres se conviertan en referentes de
liderazgo, emprendimiento y transformación. Son ejemplo vivo de que el
liderazgo femenino inspira confianza, genera desarrollo y deja huella en cada
rincón del departamento.
En la gestión pública, varias
mujeres del Huila han dejado una huella significativa, destacándose en diversos
ámbitos de la política y la administración pública, Consuelo Gonzales de
Perdomo ha tenido una carrera política ascendente, iniciando como concejal en
los municipios de Pitalito y Neiva, hasta alcanzar una curul en la Cámara de
Representantes, consolidándose como una figura influyente a nivel nacional; en
la asamblea del Huila, Sandra Milena Hernández Rincón ha sido una de las
mujeres que ha marcado un precedente en la duma departamental, con su
perseverancia y liderazgo. También Karol Ortigoza, actual subdirectora Nacional
de Atención Humanitaria de la Unidad de Víctimas, ha destacado por su labor
humanitaria. En 2024, Victoria Eugenia Castro asumió la presidencia de la
corporación, un cargo de gran relevancia en el ámbito político del departamento
En el ámbito local mujeres
como: Gladys Canacué Medina se desempeñó como alcaldesa de Pitalito entre 2004
y 2007, una gestión que se destacó por su honestidad y eficiencia en la
administración, lo que dejó un impacto positivo en el municipio, y Natalia
Caviedes Chinchilla hizo historia en el municipio de Palermo al convertirse en
la primera mujer elegida como alcaldesa, un logro que no solo representa una
victoria personal, sino que también marcó un hito en la historia local. Este
avance simboliza un cambio cultural que, cada vez con más fuerza, abre nuevos
caminos para las generaciones futuras, quienes ahora ven posibles logros que
antes parecían inalcanzables.
A este grupo se suman otras
mujeres con una sólida trayectoria en la política y la administración pública.
Luzdey Artunduaga Castro, exdiputada y alcaldesa de Acevedo entre 2016 y 2019,
es actualmente directora de Seguridad y Convivencia del departamento, un rol
crucial para la estabilidad regional. También resalta la labor de Leidy Gómez
Benítez, exdiputada de la Asamblea del Huila (2012-2015), quien ha demostrado
un compromiso continuo con los ámbitos económico, social y político de la
región.
A este impulso se suma la
experiencia promovida por la Agencia para la Reincorporación y la Normalización
(ARN), que en 2023 reunió en Neiva a lideresas comunitarias, firmantes de paz,
campesinas y víctimas en el taller “Fortalecimiento de liderazgos políticos de
las mujeres”. Este espacio, acompañado por instituciones nacionales y
cooperación internacional, permitió que mujeres de diferentes trayectorias
compartieran saberes, construyeran redes y fortalecieran sus capacidades de
liderazgo en contextos marcados por el conflicto y la desigualdad. La apuesta
fue clara: que ellas no solo sean partícipes, sino protagonistas en procesos de
reconciliación, democracia local y construcción de paz. Estos esfuerzos
muestran que el liderazgo femenino en el Huila no se limita a ocupar cargos,
sino que se proyecta como una herramienta de transformación social, capaz de
tender puentes, sanar heridas y abrir horizontes de equidad para las nuevas generaciones.
La experiencia internacional y
local demuestra que cuando las mujeres asumen cargos públicos, los cambios son
visibles. Los gobiernos liderados por ellas tienden a priorizar la inclusión,
la protección social y la equidad de género, además de mostrar más
transparencia en el manejo de recursos. Esto ocurre porque muchas veces su vida
ha estado marcada por la necesidad de equilibrar roles familiares, laborales y
comunitarios, lo que les da una mirada más integral sobre la sociedad y sobre
lo que implica gobernar para todos. En un departamento como el Huila, con
enormes retos en educación, empleo juvenil, seguridad y desarrollo rural,
contar con mujeres en posiciones de liderazgo es una oportunidad única para
avanzar hacia un gobierno más justo y participativo.
Aun así, el camino está lejos
de completarse. Persisten barreras estructurales que limitan la participación
política de las mujeres huilenses; la dificultad de acceder a recursos para
campañas, la resistencia de sectores que ven la política como un espacio
masculino, la falta de programas de mentoría para liderazgos emergentes y la
violencia política que muchas candidatas sufren con ataques, insultos y
campañas de desprestigio. Superar estas barreras exige acciones concretas. Es
clave fortalecer las medidas de paridad, garantizar que los partidos no se
limiten a cumplir cuotas de forma mecánica y promover que las mujeres compitan
en escenarios donde tengan posibilidades reales de ganar. También se necesitan
programas de formación política con enfoque de género, especialmente en áreas
rurales donde el liderazgo femenino comunitario es fuerte pero poco
visibilizado. De igual forma, urge un cambio cultural que normalice la
presencia de mujeres en la política. Que las niñas y jóvenes crezcan viendo en
sus alcaldesas, concejalas o gobernadoras ejemplos cercanos de lo que significa
ejercer liderazgo. Y que toda la sociedad entienda que gobernar no es cuestión
de género, sino de capacidad, compromiso y vocación de servicio.
Cuando una mujer gobierna un
municipio, dirige una secretaría o lidera un despacho regional, no solo gana
ella, gana toda la comunidad. Las decisiones se vuelven más cercanas, más
sensibles a la realidad y el poder se humaniza. El Huila, con ejemplos como el
de Palermo, las secretarías locales y los liderazgos emergentes, tiene la
posibilidad de convertirse en un referente regional de participación paritaria.
Pero para lograrlo se necesita decisión política, voluntad social y un cambio
cultural que deje de ver a las mujeres como la excepción y las convierta en la
norma en los espacios de poder.
“El reto está planteado y no
admite espera. Porque cuando las mujeres llegan al poder, no solo avanzan
ellas: gana la democracia, gana la sociedad y ganamos todos.”
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