A nivel mundial, la agricultura continúa siendo un eje crucial de la economía y del bienestar humano.
POR WILFRED TRUJILLO TRUJILLO
Diputado Asamblea del Huila
Desde sus orígenes, la
agricultura ha sido mucho más que una actividad productiva. Es el sustento de
la humanidad, el eje de la seguridad alimentaria y un pilar estratégico para el
desarrollo económico y social de las naciones. En un mundo que enfrenta retos
cada vez más complejos (cambio climático, presión demográfica, nuevas
tecnologías y transición hacia modelos sostenibles) el papel del sector
agropecuario se hace aún más evidente. Colombia, como país agrícola por
excelencia, y el Huila, como territorio que ha hecho de la tierra su mayor
riqueza, tienen ante sí una oportunidad inigualable de consolidar la
agricultura como motor de desarrollo, competitividad y equidad.
A nivel mundial, la
agricultura continúa siendo un eje crucial de la economía y del bienestar
humano. Naciones como Brasil, Estados Unidos o la Unión Europea han invertido
de manera decidida en innovación agrícola, modernización tecnológica y
sostenibilidad, entendiendo que producir alimentos de manera eficiente y
respetuosa con el ambiente es un asunto de seguridad estratégica. La FAO (Organización
de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) estima que hacia
2050 la producción de alimentos deberá crecer en un 50% para responder a las
necesidades de una población global en aumento. Esto implica desafíos de gran
magnitud, pero también oportunidades para países con ventajas comparativas como
Colombia.
En el plano nacional, las
cifras confirman la importancia del agro. Según el Banco Mundial, en 2024 la
agricultura, la silvicultura y la pesca representaron el 9,3% del PIB
colombiano. Pero más allá del aporte al producto interno bruto, su papel es
decisivo en el empleo y la cohesión social: el sector genera más de 4 millones
de puestos de trabajo, lo que equivale aproximadamente al 14% de la población
ocupada del país. Estas cifras lo posicionan como la segunda actividad
económica con mayor generación de empleo, un dato que no solo evidencia su peso
económico, sino también su rol en la reducción de la pobreza y la dinamización
de las regiones.
En términos de crecimiento, el
agro ha sido protagonista en momentos de desaceleración nacional. Reportes
económicos de 2024 y 2025 muestran cómo el sector agrícola fue uno de los que
más impulsó la economía, especialmente gracias al café y otros cultivos de
exportación. Esto confirma que, aún en tiempos de incertidumbre, el campo
colombiano sigue siendo un refugio de estabilidad y un motor de progreso.
Si bien Colombia es reconocida
mundialmente por el café, otros sectores han venido ganando protagonismo. El
cacao, por ejemplo, ha sido catalogado como uno de los productos con mayor
potencial de crecimiento en los mercados internacionales por su calidad y sabor
diferenciado. En el Huila, este cultivo ocupa aproximadamente 7.322 hectáreas,
con una producción anual cercana a 4.547 toneladas de almendra. Aunque los
rendimientos actuales se encuentran por debajo del potencial, esta situación
representa una oportunidad: con programas de renovación, asistencia técnica y
acceso a mercados, el cacao huilense podría consolidarse como referente de
calidad en el mundo.
El café, por su parte, sigue
siendo el emblema nacional y uno de los principales productos de exportación.
En el Huila, este cultivo es no solo un motor económico, sino también un
símbolo de identidad cultural: más de 145.000 hectáreas están dedicadas a la
caficultura, lo que convierte al departamento en uno de los líderes nacionales
en área y producción. La calidad del café huilense, reconocida en múltiples
certámenes internacionales, es un activo estratégico para abrir mercados y
fortalecer las economías locales.
La acuicultura, especialmente
la producción de tilapia, se ha consolidado en los últimos años como un sector
dinámico. En 2023, la producción acuícola nacional alcanzó cifras cercanas a
las 192.000 toneladas, siendo la tilapia una de las especies más relevantes. El
Huila, gracias a sus condiciones hídricas y climáticas, ha logrado posicionarse
como líder en este sector, generando empleo, diversificando la economía y
contribuyendo a la seguridad alimentaria.
Los datos muestran con
claridad el peso de la agricultura en el departamento. Según evaluaciones
agropecuarias, el Huila cuenta con una superficie sembrada cercana a 312.696
hectáreas. Sus principales cultivos son el café, el arroz, el plátano, el maíz
y el fríjol, a los que se suman productos emergentes como el cacao. Esta
diversidad agrícola refleja el potencial de un territorio que ha sabido
aprovechar sus condiciones naturales, pero también plantea la necesidad de
fortalecer la asistencia técnica, la infraestructura y la innovación para
cerrar brechas de productividad.
El cacao, pese a sus
rendimientos actuales, ha recibido un fuerte impulso con programas de apoyo de
la Gobernación, que ha entregado plántulas y acompañamiento técnico para
estimular la renovación de cultivos. El café, con su prestigio internacional,
demanda inversión en valor agregado y estrategias de diferenciación para
mantener su competitividad. Y la tilapia, como sector en expansión, requiere
políticas que fortalezcan la cadena productiva, desde el alimento balanceado
hasta la exportación.
En un escenario global marcado
por la crisis climática, hablar de agricultura implica necesariamente hablar de
sostenibilidad. El cambio climático representa una de las mayores amenazas para
el campo colombiano: variaciones en el régimen de lluvias, incremento de
plagas, degradación de suelos y fenómenos extremos ponen en riesgo la
productividad y la seguridad alimentaria. Frente a ello, la apuesta debe ser
clara: promover prácticas agrícolas sostenibles, desde la agroecología y los
sistemas silvopastoriles hasta la acuicultura tecnificada y el uso eficiente
del agua.
El Huila tiene aquí una
ventaja y un desafío. Por un lado, cuenta con experiencias significativas en
agricultura sostenible, como sistemas de producción limpia en café y proyectos
de manejo de cuencas hídricas. Por otro, necesita avanzar en la masificación de
estas prácticas, asegurando que los pequeños y medianos productores (quienes
representan la mayoría del campo huilense) tengan acceso a capacitación,
crédito verde y mercados diferenciados que reconozcan el valor de lo
sostenible.
La agricultura es presente y
futuro. Es empleo, es identidad y es competitividad. A nivel mundial, se
proyecta como una de las actividades con mayor demanda y exigencia tecnológica.
En Colombia, representa un pilar económico y social que debe fortalecerse con
inversión, infraestructura y políticas públicas que reconozcan la dignidad de
los campesinos. Y en el Huila, es el corazón mismo de la economía regional, con
sectores estratégicos como el café, que se cultiva en más de 145.000 hectáreas
y convierte al departamento en el mayor productor del país con cerca del 18%
del total nacional; el cacao, con áreas en expansión que fortalecen su perfil
exportador y han consolidado al Huila entre los diez principales productores
del país; la tilapia, que en 2024 alcanzó una producción de 79.876 toneladas,
consolidando al Huila como el primer productor piscícola de Colombia con una
participación del 39%; y el arroz, cuyo cultivo aporta aproximadamente el 13,5%
de la producción nacional de arroz mecanizado y se ha convertido en renglón
clave para la seguridad alimentaria regional, todos con el potencial de llevar
al departamento a nuevos escenarios de liderazgo nacional e internacional.
Sin embargo, para que esta
visión se materialice se requieren decisiones firmes: mejorar la conectividad
vial y digital en el campo, garantizar acceso a crédito y seguros
agropecuarios, impulsar la asociatividad para que los pequeños productores
logren economías de escala, y apostar de manera decidida por la investigación y
la innovación. Solo así podremos hablar de una agricultura que no solo produce,
sino que transforma vidas, reduce la pobreza y abre caminos de equidad.
El Huila, con su tierra fértil
y su gente trabajadora, tiene todo para ser ejemplo de agricultura sostenible,
competitiva y generadora de empleo. Convertir este potencial en realidad
depende de la voluntad colectiva y del compromiso de todos los actores: Estado,
productores, empresarios y sociedad civil. Hoy, más que nunca, debemos mirar al
campo con la seriedad y el respeto que merece, entendiendo que en sus surcos se
siembra el futuro de Colombia.
Sembrar hoy con
responsabilidad es cosechar mañana desarrollo, equidad y bienestar. El Huila y
Colombia tienen en el agro la llave de un futuro más fuerte y sostenible.
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