Petro no presentó evidencias en su acusación a los Estados Unidos, ni a su gobierno. Fue una payasada vergonzosa, que lo hizo quedar frente al mundo diplomático, como un cuero.
POR JULIO BAHAMON VANEGAS
Ese personaje operó en el portal de las Américas en Bogotá, durante el estallido social de 2021. Fue judicializado y condenado a 12 años y 9 meses de prisión por concierto para delinquir, agravado, tortura y otros delitos por hechos probados en la protesta del mismo año.
No crean, que los colombianos no tenemos para exportar delincuentes de esa calaña, al que acaba de representar, con lujo de detalles, en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, el presidente Gustavo Petro, el “Jona del M-19”. Con megáfono en mano arengo en la plaza de Trafalgar a los zurdos de Nueva York al mejor estilo de “pinturita” en Medellín. Solo le hicieron falta la pléyade de criminales que hace pocas semanas invito a la tarima en esa ciudad.
La respuesta del gobierno de los EEUU fue quitarle la Visa, por lo que un buen amigo me escribió y me dijo: “el saco fácil” el malandro criollo.
Gustavo Petro demostró su más
alto grado de irresponsabilidad internacional. Cruzo una línea roja que no es
solo política: es moral y diplomática. Convirtió la Asamblea General de la ONU
en un pulpito para lanzar arengas y convocatorias de “guerra” que distorsionaron
su papel de presidente de Colombia. Se portó como un verdadero gamín.
Por fortuna, su espacio de maniobra en el país se ha estrechado al máximo, por sus chifladuras estrambóticas, y por el cerco constitucional que lo rodea, debido al patriotismo demostrado por los presidentes de las altas Cortes: Suprema de Justicia, Constitucional y del Estado, y por la erguida posición asumida por el señor Registrador Nacional el Dr. Hernán Penagos, quienes le advirtieron en sus intervenciones en Medellín, frente al auditorio en el Congreso de Fenalco, que su ideología comunista, ¡No pasara!
Lo que vimos en Nueva York fue a un mandatario que después de denunciar lo que considera como crímenes en Gaza, no se limitó al reclamo diplomático, sino, que se acercó como un líder de la primera línea, “Epa Petro”, de la localidad de Kennedy en Bogotá a la manifestación pública en la Plaza de Trafalgar, y pronuncio llamados para que acudieran a las vías de hecho, y a incitar a las Fuerzas Armadas de la primera potencia militar del mundo, a que se rebelarán contra el presidente Donald Trump, algo inédito en el mundo.
Los colombianos no merecemos este presidente irresponsable que ha puesto en riesgo la posición internacional del país, sin que sus locuras conduzcan a encontrar solución humanitaria alguna.
Petro no presentó evidencias en su acusación a los Estados Unidos, ni a su gobierno. Fue una payasada vergonzosa, que lo hizo quedar frente al mundo diplomático, como un cuero.
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