Lo sucedido a las fuerzas militares se constituye en una vergüenza nacional y una humillación sin precedentes para sus integrantes.
POR JULIO BAHAMON VANEGAS
¿Será eso lo que quedará, de las otrora mejores fuerzas
militares del mundo? ¿En menos de tres
años se desmoronaron los valientes y pundonorosos militares?
Los recientes hechos ocurridos en Guaviare y en el Tambo,
Cauca, y lo que sucedió hace unos meses en el Putumayo, donde civiles, armados,
al servicio de las disidencias de las Farc secuestraron a 34 uniformados, luego
a 73 militares, que se suman a los otros 93 soldados y policías secuestrados
por los grupos al margen de la ley, en 32 asonadas, que suman ya 200 militares,
son hechos inéditos en su historia, desde su fundación.
¿Les cabe? A sus
generales, la estrofa de una célebre canción mexicana muy popular en su revolución durante la toma de Zacatecas: “y
andaban los generales, que no hallaban ni que hacer, buscando naguas prestadas
pa vestirse de mujer”.
Lo sucedido a las fuerzas militares se constituye en una
vergüenza nacional y una humillación sin precedentes para sus integrantes.
Escuche, por Caracol radio a un coronel retirado, que trabajo durante el anterior gobierno, justificar lo sucedido con los uniformados en el Tambo, y la verdad fue que su explicación, escudada detrás de las órdenes confusas del ejecutivo, los deja mal parados delante de los colombianos. Se da uno, cuenta, que la mayoría de nuestros oficiales activos desconocen la constitución nacional, y el papel que les corresponde cumplir, como garantes de la soberanía, la integridad territorial y la seguridad de los ciudadanos y de quienes portan el uniforme de la patria.
Artículo 91 de la Constitución: “El militar en servicio
queda exento de responsabilidad por los actos del servicio, siempre que estos
consistan en la ejecución de una orden superior COMPETENTE Y LEGAL. En todo
caso, el militar no está obligado a obedecer órdenes que sean manifiestamente
contrarias a la Constitución y a las leyes”. La obediencia no es ciega, ni
absoluta.
Aquí, lamentablemente, las fuerzas armadas están bajo órdenes
de un ministro de defensa que, por un puesto, vendió el alma a Petro. Un
ministro que carece de confianza para dirigir el sector defensa; un funcionario
que no ejerce autoridad dentro del ministerio; ni inspira respeto ni cohesión
en las Fuerzas Armadas; ni cuenta con el respaldo del gobierno. Lo mínimo que
debe hacer es presentar su renuncia irrevocable, si es que aún le queda un
ápice de responsabilidad frente al país y a la tropa que hoy se encuentra
desprotegida.
Señor ministro, dese cuenta de que Ud. se ha convertido en el.
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