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viernes, 5 de septiembre de 2025

EL CORAZÓN DEL LABOYANO: UNA MIRADA A LAS FORTALEZAS QUE HACEN DE PITALITO TIERRA DE CAFÉ, ARTE, TRADICIÓN Y FUTURO

 

Familias enteras se han consagrado a forjar la ciudad que hoy disfrutamos, sembrando con paciencia la semilla del progreso.


 POR WILFRED TRUJILLO TRUJILLO

Diputado de la Asamblea del Huila 

 

Hablar de Pitalito es hablar de orgullo, de pujanza y de sueños colectivos. Cada rincón de nuestro municipio es testimonio de lo que somos capaces de lograr cuando la fuerza de la identidad laboyana se une al trabajo constante. No es casualidad que Pitalito se haya convertido en la capital del sur del Huila y en un referente a nivel nacional; es fruto de generaciones que han apostado por el desarrollo, que han creído en esta tierra fértil, en su ubicación privilegiada y en la grandeza de su gente.

 

Los laboyanos de nacimiento llevamos en la sangre la determinación de quienes no se rinden. Familias enteras se han consagrado a forjar la ciudad que hoy disfrutamos, sembrando con paciencia la semilla del progreso. El espíritu emprendedor se transmite de generación en generación y ha permitido que Pitalito deje de ser un pueblo aislado para convertirse en la segunda ciudad más importante del departamento. Esas familias, que con esfuerzo construyeron empresas, instituciones, ferias y tradiciones, son la base sólida sobre la cual seguimos soñando un Pitalito mejor.

 

Dentro de esos aportes familiares sobresale el gesto visionario de don Lorenzo Cuéllar, quien con generosidad donó los terrenos para la Escuela de Artes y Oficios que hoy lleva su nombre. Gracias a ese acto, generaciones de laboyanos han podido formarse, descubrir su talento y proyectarse hacia el futuro. Son ejemplos como este los que nos recuerdan que el desarrollo de Pitalito no se levanta solo con ladrillos y cemento, sino también con solidaridad, compromiso y amor por la ciudad.

 

Nuestra ubicación geoestratégica es, sin duda, una de nuestras mayores fortalezas. Situados al sur del Huila, con salida natural hacia el Pacífico colombiano y conectados con el Macizo Colombiano, somos cruce de caminos y punto de encuentro entre regiones. Esa ventaja geográfica nos convierte en un lugar privilegiado para el comercio, la inversión y el turismo. Aquí el clima excepcional nos abraza con temperaturas amables y un paisaje de montañas que enamora a quienes nos visitan. Las tierras fértiles hacen el resto: nos regalan alimentos de calidad, cultivos prósperos y, sobre todo, el grano que nos da identidad en el mundo entero: el café.

 

Pitalito no solo produce café; produce el mejor café de Colombia y del planeta. Lo dicen los concursos de calidad, lo reconocen los expertos catadores y lo certifican las miles de familias que día a día cultivan, recolectan y procesan el grano con amor y con técnicas cada vez más sostenibles. El corregimiento de Bruselas es epicentro de este milagro agrícola, pero la caficultura abraza a todo el municipio. No exagero al decir que el café laboyano ha sido nuestra carta de presentación en los mercados internacionales y que seguirá siéndolo mientras cuidemos nuestras prácticas y continuemos innovando. Soñar con una Pitalito de 2070 implica, también, soñar con un café aún más reconocido, adaptado al cambio climático y con denominación de origen sólida.

 

Pero no todo es café. Pitalito también es cuna de artistas que han dejado huella dentro y fuera del país. Basta mencionar a Mario Ayerbe González, pintor y escultor de trayectoria internacional, o a su hermano Herman Ayerbe González, también pintor. Ricardo Ayerbe González ha llevado la voz del periodismo, mientras que Genaro Ayerbe ha destacado en la producción audiovisual. Gerardo Claros Meneses, escritor; Julián Vásquez y Carlos Calderón Torres, pintores; Milton Morales, artista y gestor cultural; Frazier Chinchilla, escultor; Geovanny Rojas Mosquera “Tata”, promotor cultural; o Rafael Flórez, maestro en artes visuales, son solo algunos nombres de un universo inmenso de talento. En el ámbito musical, el Grupo Libertad, liderado por Faiver Olave, mantiene viva la tradición de la música andina con encuentros nacionales e internacionales. Y en la actuación, Margarita Muñoz y Carolina Paladinez han llevado a la pantalla el nombre de Pitalito.

 

Si hablamos de deporte, también nos sobra qué mostrar. Pitalito es tierra de marchistas: aquí crecieron Éider Arévalo, campeón internacional, y Esteban Soto, olímpico; ambos formados bajo la guía del entrenador Eduar Chilito, quien además ha dejado récords en atletismo nacional. A ellos se suman figuras como Harold Tejada, ciclista profesional que hoy rueda por Europa, o Alejandro Artunduaga, futbolista laboyano con proyección internacional. El fútbol, el atletismo, el ciclismo y la marcha atlética son semilleros de orgullo para nuestra ciudad, y no podemos olvidar tampoco a Carlos Abella, arquero y entrenador que abrió camino a las nuevas generaciones.

 

Y como si fuera poco, somos tierra de montadores. La Asociación de Caballistas Laboyanos (ASOCALA) y figuras como Luis Antonio Figueroa Sánchez y Jairo Fernando Sánchez han llevado a Pitalito al reconocimiento internacional en el mundo ecuestre. La Feria Nacional Artesanal y la Feria Equina Grado A son hitos de nuestro calendario que nos recuerdan que tradición y modernidad pueden ir de la mano.

 

Nuestras artesanías son otro tesoro. La arcilla de Pitalito es la mejor del país, y gracias a manos talentosas como las de Cecilia Vargas Muñoz, creadora de la famosa “Chiva de Cecilia”, hemos proyectado nuestra identidad en ferias y vitrinas de todo el mundo. Cada pieza de cerámica, cada escultura, cada obra de arte en barro es un pedacito de nuestra memoria colectiva y de nuestra capacidad de transformar la tierra en belleza.

 

Hoy, cuando recorremos nuestras ciclorrutas, cuando disfrutamos de la conectividad vial y digital que hemos ido conquistando, cuando recibimos a turistas que llegan atraídos por el paisaje, el café y la cultura, confirmamos que Pitalito tiene todo para convertirse en la gran ciudad del surcolombiano. La visión de 2070 nos invita a soñar en grande: un aeropuerto moderno y estratégico, vías de primer nivel, proyectos de energía limpia como la PCH en el río Guarapas, y un modelo de desarrollo sostenible que nos permita crecer sin perder nuestra esencia. El documento de la Ruta de Cambio 2030 ya marcó un camino: ser pioneros en caficultura adaptada al clima, conservar la biodiversidad, manejar nuestras cuencas con responsabilidad y apostar por energías limpias. Esa hoja de ruta debe proyectarse aún más lejos, hacia el futuro de nuestros hijos y nietos.

 

Pitalito también es un museo a cielo abierto. El proyecto “Pitalito ciudad museo” nos recuerda que no todo progreso es cemento y ladrillo; también se trata de dignificar el espacio público, de llenar nuestras calles con arte, de convertir la cotidianidad en galería. Murales, esculturas y expresiones urbanas se suman a la riqueza cultural tradicional y convierten nuestra ciudad en un referente de creatividad. Somos testimonio de que el arte no se encierra en salas, sino que se comparte con la gente, en la plaza, en el parque, en la esquina.

 

Por todo esto, hablar de Pitalito es hablar de esperanza. Porque si hemos llegado hasta aquí con trabajo y amor por esta tierra, ¿qué no podremos lograr en los próximos 50 años? Imaginemos juntos una ciudad vibrante, moderna, sostenible, orgullosa de sus raíces y abierta al mundo. Imaginemos un Pitalito con universidades de alto nivel, con industrias limpias, con barrios planificados, con un turismo responsable que valore nuestra naturaleza y con un café que siga conquistando paladares en todos los continentes.

 

Pitalito no es solo un lugar en el mapa; es un proyecto de vida colectivo. Y ese proyecto nos pertenece a todos: a los campesinos que cultivan, a los jóvenes que sueñan, a los artistas que crean, a los deportistas que entrenan, a los empresarios que invierten, a las mujeres y hombres que, con esfuerzo diario, construyen comunidad. Esa es nuestra mayor fortaleza: la gente. Los laboyanos somos, y seguiremos siendo, el motor de esta tierra que late fuerte en el corazón del Huila.

 

Esa fortaleza tiene raíces profundas en nuestra historia. No podemos olvidar que los promotores de la fundación de Pitalito fueron los sacerdotes José Hilario Sierra y Jerónimo España, acompañados de la invaluable generosidad de doña Caterina Artunduaga, considerada cofundadora por haber donado el predio donde nació la ciudad. En ese lote se levantó la Casa Cural y el templo parroquial de San Antonio de Padua, que se convirtió en el corazón espiritual y social de nuestra comunidad. La fecha de fundación de Pitalito, 13 de junio de 1818, cuando se declara viceparroquia, es el punto de partida de este sueño colectivo que hoy seguimos construyendo.

 

En cada amanecer de Pitalito se renueva la promesa de grandeza. Somos herederos de una tradición que combina la fuerza del campo, la creatividad del arte y la visión de un futuro mejor.

 

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