Familias enteras se han consagrado a forjar la ciudad que hoy disfrutamos, sembrando con paciencia la semilla del progreso.
POR WILFRED TRUJILLO
TRUJILLO
Diputado de la Asamblea del Huila
Hablar de Pitalito es hablar
de orgullo, de pujanza y de sueños colectivos. Cada rincón de nuestro municipio
es testimonio de lo que somos capaces de lograr cuando la fuerza de la
identidad laboyana se une al trabajo constante. No es casualidad que Pitalito
se haya convertido en la capital del sur del Huila y en un referente a nivel
nacional; es fruto de generaciones que han apostado por el desarrollo, que han
creído en esta tierra fértil, en su ubicación privilegiada y en la grandeza de
su gente.
Los laboyanos de nacimiento
llevamos en la sangre la determinación de quienes no se rinden. Familias
enteras se han consagrado a forjar la ciudad que hoy disfrutamos, sembrando con
paciencia la semilla del progreso. El espíritu emprendedor se transmite de
generación en generación y ha permitido que Pitalito deje de ser un pueblo
aislado para convertirse en la segunda ciudad más importante del departamento.
Esas familias, que con esfuerzo construyeron empresas, instituciones, ferias y
tradiciones, son la base sólida sobre la cual seguimos soñando un Pitalito
mejor.
Dentro de esos aportes
familiares sobresale el gesto visionario de don Lorenzo Cuéllar, quien con
generosidad donó los terrenos para la Escuela de Artes y Oficios que hoy lleva
su nombre. Gracias a ese acto, generaciones de laboyanos han podido formarse,
descubrir su talento y proyectarse hacia el futuro. Son ejemplos como este los
que nos recuerdan que el desarrollo de Pitalito no se levanta solo con
ladrillos y cemento, sino también con solidaridad, compromiso y amor por la
ciudad.
Nuestra ubicación
geoestratégica es, sin duda, una de nuestras mayores fortalezas. Situados al
sur del Huila, con salida natural hacia el Pacífico colombiano y conectados con
el Macizo Colombiano, somos cruce de caminos y punto de encuentro entre regiones.
Esa ventaja geográfica nos convierte en un lugar privilegiado para el comercio,
la inversión y el turismo. Aquí el clima excepcional nos abraza con
temperaturas amables y un paisaje de montañas que enamora a quienes nos
visitan. Las tierras fértiles hacen el resto: nos regalan alimentos de calidad,
cultivos prósperos y, sobre todo, el grano que nos da identidad en el mundo
entero: el café.
Pitalito no solo produce café;
produce el mejor café de Colombia y del planeta. Lo dicen los concursos de
calidad, lo reconocen los expertos catadores y lo certifican las miles de
familias que día a día cultivan, recolectan y procesan el grano con amor y con
técnicas cada vez más sostenibles. El corregimiento de Bruselas es epicentro de
este milagro agrícola, pero la caficultura abraza a todo el municipio. No
exagero al decir que el café laboyano ha sido nuestra carta de presentación en
los mercados internacionales y que seguirá siéndolo mientras cuidemos nuestras
prácticas y continuemos innovando. Soñar con una Pitalito de 2070 implica,
también, soñar con un café aún más reconocido, adaptado al cambio climático y
con denominación de origen sólida.
Pero no todo es café. Pitalito
también es cuna de artistas que han dejado huella dentro y fuera del país.
Basta mencionar a Mario Ayerbe González, pintor y escultor de trayectoria
internacional, o a su hermano Herman Ayerbe González, también pintor. Ricardo
Ayerbe González ha llevado la voz del periodismo, mientras que Genaro Ayerbe ha
destacado en la producción audiovisual. Gerardo Claros Meneses, escritor;
Julián Vásquez y Carlos Calderón Torres, pintores; Milton Morales, artista y
gestor cultural; Frazier Chinchilla, escultor; Geovanny Rojas Mosquera “Tata”,
promotor cultural; o Rafael Flórez, maestro en artes visuales, son solo algunos
nombres de un universo inmenso de talento. En el ámbito musical, el Grupo
Libertad, liderado por Faiver Olave, mantiene viva la tradición de la música
andina con encuentros nacionales e internacionales. Y en la actuación,
Margarita Muñoz y Carolina Paladinez han llevado a la pantalla el nombre de
Pitalito.
Si hablamos de deporte,
también nos sobra qué mostrar. Pitalito es tierra de marchistas: aquí crecieron
Éider Arévalo, campeón internacional, y Esteban Soto, olímpico; ambos formados
bajo la guía del entrenador Eduar Chilito, quien además ha dejado récords en
atletismo nacional. A ellos se suman figuras como Harold Tejada, ciclista
profesional que hoy rueda por Europa, o Alejandro Artunduaga, futbolista
laboyano con proyección internacional. El fútbol, el atletismo, el ciclismo y
la marcha atlética son semilleros de orgullo para nuestra ciudad, y no podemos
olvidar tampoco a Carlos Abella, arquero y entrenador que abrió camino a las
nuevas generaciones.
Y como si fuera poco, somos
tierra de montadores. La Asociación de Caballistas Laboyanos (ASOCALA) y
figuras como Luis Antonio Figueroa Sánchez y Jairo Fernando Sánchez han llevado
a Pitalito al reconocimiento internacional en el mundo ecuestre. La Feria
Nacional Artesanal y la Feria Equina Grado A son hitos de nuestro calendario
que nos recuerdan que tradición y modernidad pueden ir de la mano.
Nuestras artesanías son otro
tesoro. La arcilla de Pitalito es la mejor del país, y gracias a manos
talentosas como las de Cecilia Vargas Muñoz, creadora de la famosa “Chiva de
Cecilia”, hemos proyectado nuestra identidad en ferias y vitrinas de todo el
mundo. Cada pieza de cerámica, cada escultura, cada obra de arte en barro es un
pedacito de nuestra memoria colectiva y de nuestra capacidad de transformar la
tierra en belleza.
Hoy, cuando recorremos
nuestras ciclorrutas, cuando disfrutamos de la conectividad vial y digital que
hemos ido conquistando, cuando recibimos a turistas que llegan atraídos por el
paisaje, el café y la cultura, confirmamos que Pitalito tiene todo para
convertirse en la gran ciudad del surcolombiano. La visión de 2070 nos invita a
soñar en grande: un aeropuerto moderno y estratégico, vías de primer nivel,
proyectos de energía limpia como la PCH en el río Guarapas, y un modelo de
desarrollo sostenible que nos permita crecer sin perder nuestra esencia. El
documento de la Ruta de Cambio 2030 ya marcó un camino: ser pioneros en
caficultura adaptada al clima, conservar la biodiversidad, manejar nuestras
cuencas con responsabilidad y apostar por energías limpias. Esa hoja de ruta
debe proyectarse aún más lejos, hacia el futuro de nuestros hijos y nietos.
Pitalito también es un museo a
cielo abierto. El proyecto “Pitalito ciudad museo” nos recuerda que no todo
progreso es cemento y ladrillo; también se trata de dignificar el espacio
público, de llenar nuestras calles con arte, de convertir la cotidianidad en
galería. Murales, esculturas y expresiones urbanas se suman a la riqueza
cultural tradicional y convierten nuestra ciudad en un referente de
creatividad. Somos testimonio de que el arte no se encierra en salas, sino que
se comparte con la gente, en la plaza, en el parque, en la esquina.
Por todo esto, hablar de
Pitalito es hablar de esperanza. Porque si hemos llegado hasta aquí con trabajo
y amor por esta tierra, ¿qué no podremos lograr en los próximos 50 años?
Imaginemos juntos una ciudad vibrante, moderna, sostenible, orgullosa de sus
raíces y abierta al mundo. Imaginemos un Pitalito con universidades de alto
nivel, con industrias limpias, con barrios planificados, con un turismo
responsable que valore nuestra naturaleza y con un café que siga conquistando
paladares en todos los continentes.
Pitalito no es solo un lugar
en el mapa; es un proyecto de vida colectivo. Y ese proyecto nos pertenece a
todos: a los campesinos que cultivan, a los jóvenes que sueñan, a los artistas
que crean, a los deportistas que entrenan, a los empresarios que invierten, a
las mujeres y hombres que, con esfuerzo diario, construyen comunidad. Esa es nuestra
mayor fortaleza: la gente. Los laboyanos somos, y seguiremos siendo, el motor
de esta tierra que late fuerte en el corazón del Huila.
Esa fortaleza tiene raíces
profundas en nuestra historia. No podemos olvidar que los promotores de la
fundación de Pitalito fueron los sacerdotes José Hilario Sierra y Jerónimo
España, acompañados de la invaluable generosidad de doña Caterina Artunduaga, considerada
cofundadora por haber donado el predio donde nació la ciudad. En ese lote se
levantó la Casa Cural y el templo parroquial de San Antonio de Padua, que se
convirtió en el corazón espiritual y social de nuestra comunidad. La fecha de
fundación de Pitalito, 13 de junio de 1818, cuando se declara viceparroquia, es
el punto de partida de este sueño colectivo que hoy seguimos construyendo.
En cada amanecer de Pitalito
se renueva la promesa de grandeza. Somos herederos de una tradición que combina
la fuerza del campo, la creatividad del arte y la visión de un futuro mejor.

.jpg)

No hay comentarios:
Publicar un comentario