Por: Julio Bahamon Vanegas
El otorgamiento del premio Nobel de Paz a María Corina Machado constituye uno de los hechos políticos más significativos para el hemisferio occidental en los últimos 20 años. Entendido como un reconocimiento a una figura individual y representa una afirmación mundial a la resistencia civil frente a regímenes autoritarios.
Sus repercusiones, sin dudas, alcanzan a Colombia, en donde el presidente Petro mantiene una relación dudosa, equivoca, con el régimen dictatorial de Venezuela, y coincide con las vísperas de las elecciones presidenciales de mayo de 2026., en un momento decisivo para nuestro país.
El premio Nobel para Corina Machado identifica tres escenarios esenciales:
1.- La lucha por los derechos humanos y la democracia. La líder venezolana se convierte en un símbolo mundial de resistencia civil frente a la represión, la censura y la persecución política.
2.- Un golpe moral al régimen venezolano. El premio confirma la existencia de un régimen autoritario responsable de violaciones sistemáticas de derechos humanos.
3.- Reconfigura el liderazgo opositor. El Nobel legitima a Machado cuyas acciones transcendieron la política interna venezolana y la coloca como referente mundial de los partidos y movimientos democráticos.
Geopolíticamente hablando el Nobel altera el ajedrez regional de distintas formas: a.- Desenmascara a los gobiernos aliados del Chavismo; b.-Reaviva la narrativa democrática en la región, puesto que el reconocimiento a María Corina revitaliza el discurso de separación de poderes, libertades civiles y Estado de Derecho; c.- Obliga a los gobiernos latinoamericanos a revisar su política exterior hacia Venezuela.
Tiene profundas implicaciones para Colombia, ya que el premio Nobel llega en un momento políticamente sensible para el país, con un gobierno de izquierda que ha defendido públicamente la dictadura venezolana, y en el momento en que los compatriotas nos alistamos a un proceso definitivo de cambio de un gobierno proclive al totalitarismo. Esa alianza entre el régimen de Gustavo Petro y el de Nicolás Maduro se convierte en un talón de Aquiles del régimen colombiano que, lo obliga a justificar su cercanía con Caracas, a replantear su política exterior, y permite que la opinión se vea en un espejo y se pregunte: ¿hacía que modelo democrático debe avanzar Colombia?
El merecido premio del Nobel de Paz a la Dra. María Corina Machado no determina, en sí, la política colombiana, pero sí nos envía un “aire fresquecito” con el que podremos enfrentar con mayor voluntad la campaña por la presidencia de Colombia. Abelardo presidente!


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