"Eso no es reivindicación social; es dominación armada ilegal".
El
ELN público un panfleto hace una semana en el que “ordenaron un paro armado en
todo el territorio nacional durante los días 14, 15, 16 y 17 de diciembre, y la
amenaza se cumplió a cabalidad, puesto que, así lo sufrió el pueblo en
distintas regiones del país. Tal
documento no fue un llamado a la paz, sino propaganda política armada.
Ocuparnos de analizar el panfleto no legitima a ese grupo criminal; al
contrario, nos brinda la oportunidad de desmontar el mito de su lucha por el
pueblo.
Tengo
una pregunta clave: ¿Existe en estos largos años (61) de violencia armada
ilegal, una obra social real de las Farc o del ELN que haya beneficiado al
pueblo colombiano? La respuesta honesta, verificable y sostenida en 61 años de
historia es: No existe una sola obra social, estructural, legal, sostenible y
verificable atribuida a las Farc o al ELN que haya mejorado de manera duradera
la vida del pueblo colombiano. Ni hospitales, ni universidades, ni acueductos,
ni sistemas productivos legales, ni programas educativos abiertos, ni
desarrollo comunitario autónomo. Todo lo que estas organizaciones criminales
llaman “obra social” ha sido, en realidad: Control armado de la población,
imposición de normas a través del miedo, justicia ilegal, impuestos extorsivos,
y uso instrumental del campesino como escudos humanos, informantes o fuente de
reclutamiento, robándoles sus hijos y violando a sus hijas. Eso no es
reivindicación social; es dominación armada ilegal.
En
su lugar el daño es evidente y descomunal el que le han hecho al campesinado
colombiano y al pueblo indígena: secuestros de campesinos, de comerciantes
rurales, de transportadores locales, de alcaldes muchos de ellos asesinados, de
médicos y maestros, que como consecuencia han dejado: niños abandonados,
tierras abandonadas, miseria en familias campesinas y traumas que aún
persisten. El secuestro como forma de lucha no fue, simplemente, un error, fue una
política financiera. Las Farc y el ELN expulsaron comunidades enteras, minaron
con artefactos “quiebra patas” caminos veredales, obligaron a campesinos a
sembrar coca y prohibieron cultivos legales. Resultado. Millones de
desplazados, cinturones de miseria, separación de familias, negaron la
educación rural y a millones los expusieron a la violencia armada.
Todo
lo que les he narrado no es lucha social: es crimen de guerra.
Desde
los años 90, controlan los cultivos de coca, sus laboratorios, las rutas de
evacuación del alucinógeno, cobran impuestos a los carteles de la droga y ahora
son productores directos de la cocaína al lado del cartel de los soles de
Venezuela. El mito de la “lucha por el pueblo”, es su discurso para engañar al
pueblo, puesto que, esa lucha nunca fue decidida por el pueblo, jamás
consultaron a las víctimas, nunca aceptaron elecciones libres como mecanismo de
cambio.
¿Hubo
algo bueno, real y verificable?: nada que no pudiera haberse hecho sin armas;
nada que compense el daño causado y nada que legitime 61 años de guerra y el
saldo de más de 350.000 víctimas, algo peor que la pandemia del Covid 19. Las
guerrillas son la peor peste que asola a Colombia.



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