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miércoles, 17 de diciembre de 2025

INDÍGENAS DENUNCIAN "PROYECTO DE MUERTE" TRAS ATAQUES EN BUENOS AIRES Y PARO ARMADO.


El ataque, atribuido a las disidencias de las FARC, convirtió el casco urbano  y el sector rural de Buenos Aires, Cauca en un escenario de guerra.


 El departamento del Cauca atraviesa una de sus jornadas más oscuras en lo que va del año. Mientras el país observa con incertidumbre el paro armado nacional impuesto por el ELN, en el municipio de Buenos Aires, la guerra se materializó ayer, 16 de diciembre, en un ataque feroz que duró siete horas, cobrando la vida de dos uniformados de la Policía y millonarios daños materiales. El Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) ha alzado la voz para denunciar lo que consideran un plan sistemático para "quebrar la resistencia de los pueblos".


El ataque, atribuido a las disidencias de las FARC, convirtió el casco urbano y las zonas rurales de Buenos Aires en un escenario de combate. Según el Programa de Defensa de la Vida del CRIC, la población fue tratada como un objetivo militar, lo que provocó el desplazamiento forzado de cientos de personas que abandonaron sus hogares bajo el estruendo de los fusiles.


"No somos mensajes, ni vitrinas para demostrar capacidad armamentista. Somos territorios vivos", sentenció la organización indígena en un enérgico comunicado.

 

Este evento se suma a la reciente ola de violencia en municipios como Morales, Jambaló y Silvia, donde las economías ilegales y la disputa por corredores estratégicos han convertido la vida cotidiana en un riesgo constante.


La "incoherencia" del paro armado


El CRIC también dirigió duras críticas al ELN, cuestionando la legitimidad política del paro armado que hoy confina a miles de colombianos. La organización calificó de "incoherente" que el grupo guerrillero justifique sus acciones como una lucha contra el imperialismo mientras castiga a las comunidades más vulnerables.


Factor de ImpactoConsecuencia en el Territorio
MovilidadInstalación de cilindros bomba en carreteras principales y caminos comunales.
EconomíaDesabastecimiento en territorios históricamente golpeados por el abandono estatal.
Control SocialConfinamiento bajo amenaza y uso de la población como "escudo humano".

"Si el enemigo es el poder, ¿por qué el castigo cae sobre la gente pobre?", cuestiona el Programa de Derechos Humanos del CRIC, señalando que estas acciones no son revolucionarias, sino criminales.


Un llamado al Estado y a la Unidad

La situación en el Cauca no es un hecho aislado. La región se ha convertido en un tablero de ajedrez para diversos grupos armados que buscan disciplinar a las comunidades mediante el miedo. Ante esto, el CRIC exige al Gobierno Nacional:


  1. Presencia con hechos: Pasar de las declaraciones oficiales a garantías reales de seguridad.

  2. Acción humanitaria urgente: Atención inmediata para los desplazados de Buenos Aires y las zonas confinadas.

  3. Respeto a la autonomía: Reconocimiento de las Autoridades Indígenas y sus mecanismos de protección propia (Guardia Indígena).


El comunicado cierra con una advertencia clara a los actores armados: en el territorio caucano, quien manda es la comunidad. A pesar del asedio, la consigna del movimiento indígena sigue siendo "contar con ellos para la paz, pero nunca para la guerra". 


https://www.cric-colombia.org

 

CONSEJO REGIONAL INDÍGENA DEL CAUCA – CRIC


PROGRAMA DE DEFENSA DE LA VIDA Y LOS DERECHOS HUMANOS


Desde el Programa de Defensa de la Vida y los Derechos Humanos del CRIC, RECHAZAMOS y DENUNCIAMOS que ayer, 16 de diciembre, la población de Buenos Aires, Cauca, vuelve a ser tratada como objetivo militar. La incursión y ataque armado desplegado por las disidencias de las FARC contra la comunidad se prolongó por cerca de siete horas y dejó cientos de personas desplazadas y al pueblo devastado. Estos hechos, despreciables y desproporcionados, no solo violan el DIH, los principios de distinción y de humanidad, además, constituyen acciones sistemáticas y planificadas que buscan quebrar las estructuras de resistencia de los pueblos, desorganizar la vida comunitaria e imponer el miedo como mecanismo de control sobre la cotidianidad, arrebatándole a la gente el derecho de caminar y habitar su territorio.


Así mismo, CONDENAMOS, el paro armado impuesto por el ELN en todo el territorio nacional, y como este se presenta como una “medida política”. Señalamos la incoherencia de decir que el paro armado es “contra el imperialismo” mientras amenazan, confinan a la población y ponen cilindros bomba en las carreteras y caminos del Cauca, en territorios cuya población indígena, negra y campesina ha sido históricamente golpeada por el abandono estatal, el racismo, el despojo y la violencia armada. Si el “enemigo” es el poder, ¿por qué el castigo cae sobre la gente pobre, sobre las personas de a pie? Si la causa es “política”, ¿por qué el costo lo pagan las comunidades que menos tienen y más han resistido? Eso no es lucha, no es revolucionario, no es político y los convierte en criminales.


Lo que pasa en Buenos Aires, al igual que lo sucedido en Jámbalo, Corinto, Morales, Silvia, Santander de Quilichao, Padilla, Suarez, Inza, Páez – Belalcazar, El Patía, entre otros, no son hechos aislados. Demuestran la violencia sistemática que atraviesa al Cauca y a Colombia, territorios convertidos en corredores de guerra, economías ilegales imponiendo normas en las comunidades, disputas armadas que usan a la población como escudo, amenazas y asesinatos a liderazgos, confinamientos, desplazamientos, reclutamiento y ataques que se repiten, escondidas bajo estructuras de distintos nombres, pero siempre con la misma intención, disciplinar al pueblo y quebrantar sus formas organizativas. En nuestro departamento la guerra se transforma, pero la víctima se repite y es la comunidad. Por eso, le decimos a los criminales del ELN y de las disidencias, que ninguna comunidad es un objetivo militar legítimo, no somos mensajes, ni vitrinas de exposición para demostrar fuerza y capacidad armamentista, no somos botines, ni escudos. Somos territorios vivos y nos resistiremos a cualquier imposición armada. Ningún actor armado tiene derecho a dictar cómo se vive, cuándo se transita, quién se queda o se va del territorio. Este territorio es nuestro y aquí quien manda, siempre será la comunidad.


Desde el Programa de Defensa de la Vida y los Derechos Humanos del CRIC hacemos un llamado a la solidaridad de los pueblos, la indiferencia jamás será el camino para hacerle frente a la degradación que el proyecto de muerte ha querido imponer en nuestros territorios. Hoy más que nunca la UNIDAD debe ser nuestra herramienta de resistencia, nuestra historia común debe pesar más que nuestras diferencias.


Finalmente, al estado colombiano, le exigimos que asuma su responsabilidad con hechos concretos, no con declaraciones, necesitamos presencia y garantías reales, acción humanitaria urgente, protección colectiva y diferencial, y respeto por las Autoridades y mecanismos propios de los pueblos. Porque la impunidad y el silencio institucional terminan siendo otra forma de violencia.


Cuenten con nosotros para la paz y nunca para la guerra.


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