El departamento del Cauca atraviesa una de sus jornadas más oscuras en lo que va del año. Mientras el país observa con incertidumbre el paro armado nacional impuesto por el ELN, en el municipio de Buenos Aires, la guerra se materializó ayer, 16 de diciembre, en un ataque feroz que duró siete horas, cobrando la vida de dos uniformados de la Policía y millonarios daños materiales. El Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) ha alzado la voz para denunciar lo que consideran un plan sistemático para "quebrar la resistencia de los pueblos".
El ataque, atribuido a las disidencias de las FARC, convirtió el casco urbano y las zonas rurales de Buenos Aires en un escenario de combate. Según el Programa de Defensa de la Vida del CRIC, la población fue tratada como un objetivo militar, lo que provocó el desplazamiento forzado de cientos de personas que abandonaron sus hogares bajo el estruendo de los fusiles.
"No somos mensajes, ni vitrinas para demostrar capacidad armamentista. Somos territorios vivos", sentenció la organización indígena en un enérgico comunicado.
Este evento se suma a la reciente ola de violencia en municipios como Morales, Jambaló y Silvia, donde las economías ilegales y la disputa por corredores estratégicos han convertido la vida cotidiana en un riesgo constante.
La "incoherencia" del paro armado
El CRIC también dirigió duras críticas al ELN, cuestionando la legitimidad política del paro armado que hoy confina a miles de colombianos. La organización calificó de "incoherente" que el grupo guerrillero justifique sus acciones como una lucha contra el imperialismo mientras castiga a las comunidades más vulnerables.
| Factor de Impacto | Consecuencia en el Territorio |
| Movilidad | Instalación de cilindros bomba en carreteras principales y caminos comunales. |
| Economía | Desabastecimiento en territorios históricamente golpeados por el abandono estatal. |
| Control Social | Confinamiento bajo amenaza y uso de la población como "escudo humano". |
"Si el enemigo es el poder, ¿por qué el castigo cae sobre la gente pobre?", cuestiona el Programa de Derechos Humanos del CRIC, señalando que estas acciones no son revolucionarias, sino criminales.
Un llamado al Estado y a la Unidad
La situación en el Cauca no es un hecho aislado. La región se ha convertido en un tablero de ajedrez para diversos grupos armados que buscan disciplinar a las comunidades mediante el miedo. Ante esto, el CRIC exige al Gobierno Nacional:
Presencia con hechos: Pasar de las declaraciones oficiales a garantías reales de seguridad.
Acción humanitaria urgente: Atención inmediata para los desplazados de Buenos Aires y las zonas confinadas.
Respeto a la autonomía: Reconocimiento de las Autoridades Indígenas y sus mecanismos de protección propia (Guardia Indígena).
El comunicado cierra con una advertencia clara a los actores armados: en el territorio caucano, quien manda es la comunidad. A pesar del asedio, la consigna del movimiento indígena sigue siendo "contar con ellos para la paz, pero nunca para la guerra".
https://www.cric-colombia.org
CONSEJO
REGIONAL INDÍGENA DEL CAUCA – CRIC
PROGRAMA
DE DEFENSA DE LA VIDA Y LOS DERECHOS HUMANOS
Desde
el Programa de Defensa de la Vida y los Derechos Humanos del CRIC, RECHAZAMOS y
DENUNCIAMOS que ayer, 16 de diciembre, la población de Buenos Aires, Cauca,
vuelve a ser tratada como objetivo militar. La incursión y ataque armado
desplegado por las disidencias de las FARC contra la comunidad se prolongó por
cerca de siete horas y dejó cientos de personas desplazadas y al pueblo
devastado. Estos hechos, despreciables y desproporcionados, no solo violan el
DIH, los principios de distinción y de humanidad, además, constituyen acciones
sistemáticas y planificadas que buscan quebrar las estructuras de resistencia
de los pueblos, desorganizar la vida comunitaria e imponer el miedo como
mecanismo de control sobre la cotidianidad, arrebatándole a la gente el derecho
de caminar y habitar su territorio.
Así
mismo, CONDENAMOS, el paro armado impuesto por el ELN en todo el territorio
nacional, y como este se presenta como una “medida política”. Señalamos la
incoherencia de decir que el paro armado es “contra el imperialismo” mientras
amenazan, confinan a la población y ponen cilindros bomba en las carreteras y
caminos del Cauca, en territorios cuya población indígena, negra y campesina ha
sido históricamente golpeada por el abandono estatal, el racismo, el despojo y
la violencia armada. Si el “enemigo” es el poder, ¿por qué el castigo cae sobre
la gente pobre, sobre las personas de a pie? Si la causa es “política”, ¿por qué
el costo lo pagan las comunidades que menos tienen y más han resistido? Eso no
es lucha, no es revolucionario, no es político y los convierte en criminales.
Lo
que pasa en Buenos Aires, al igual que lo sucedido en Jámbalo, Corinto,
Morales, Silvia, Santander de Quilichao, Padilla, Suarez, Inza, Páez –
Belalcazar, El Patía, entre otros, no son hechos aislados. Demuestran la
violencia sistemática que atraviesa al Cauca y a Colombia, territorios
convertidos en corredores de guerra, economías ilegales imponiendo normas en
las comunidades, disputas armadas que usan a la población como escudo, amenazas
y asesinatos a liderazgos, confinamientos, desplazamientos, reclutamiento y
ataques que se repiten, escondidas bajo estructuras de distintos nombres, pero
siempre con la misma intención, disciplinar al pueblo y quebrantar sus formas
organizativas. En nuestro departamento la guerra se transforma, pero la víctima
se repite y es la comunidad. Por eso, le decimos a los criminales del ELN y de
las disidencias, que ninguna comunidad es un objetivo militar legítimo, no
somos mensajes, ni vitrinas de exposición para demostrar fuerza y capacidad
armamentista, no somos botines, ni escudos. Somos territorios vivos y nos
resistiremos a cualquier imposición armada. Ningún actor armado tiene derecho a
dictar cómo se vive, cuándo se transita, quién se queda o se va del territorio.
Este territorio es nuestro y aquí quien manda, siempre será la comunidad.
Desde
el Programa de Defensa de la Vida y los Derechos Humanos del CRIC hacemos un
llamado a la solidaridad de los pueblos, la indiferencia jamás será el camino
para hacerle frente a la degradación que el proyecto de muerte ha querido
imponer en nuestros territorios. Hoy más que nunca la UNIDAD debe ser nuestra
herramienta de resistencia, nuestra historia común debe pesar más que nuestras
diferencias.
Finalmente,
al estado colombiano, le exigimos que asuma su responsabilidad con hechos
concretos, no con declaraciones, necesitamos presencia y garantías reales,
acción humanitaria urgente, protección colectiva y diferencial, y respeto por
las Autoridades y mecanismos propios de los pueblos. Porque la impunidad y el
silencio institucional terminan siendo otra forma de violencia.
Cuenten
con nosotros para la paz y nunca para la guerra.


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