Su
muerte fue con sevicia, a manos de  quien
fuera el hombre que alguna vez amo, le propino 9 puñaladas en lo que sería un
ataque de celos, el repudiable crimen ocurrió en  Jacintinho, Brasil.
POR
RODRIGO ROJAS GARZÓN
Periodista
Huila Hoy 
La
noche del pasado viernes 22 de agosto de 2025 transformó en una mensajera de la
muerte. El silencio de un callejón en Jacintinho, Brasil se vio abruptamente
interrumpido por los gritos desesperados de una mujer. Roseane Tenório Dos Santos,
de 34 años, quien caminaba junto a su compañero sentimental, Erick Lucas da
Silva, cuando, sin previo aviso, inició a atacarla con un cuchillo mata ganado.
El
enceguecido sujeto le propino nueve puñaladas, una por una, le arrebataron la
vida, la hirió: en la cabeza, el cuello, el tórax, la espalda, los brazos y las
piernas, necesito menos de un minuto para causarle la muerte, tras agredirla demencialmente
la dejó tendida en la fría calle, agonizando, desangrándose y pidiendo auxilio
con el poco aliento que le quedaba. Fue un  acto de violencia, demencial, demoniaco, indescriptible
que ha dejado a toda una nación sin aliento.
Medios
locales, en un intento por dar sentido a un hecho sin sinrazón, han develado el
oscuro pasado de Erick Lucas. Un historial de agresiones y advertencias ignoradas
que, como un presagio funesto, anunciaban la inminente tragedia.
Según
el testimonio de la madre de Erick quien dialogó con Blu Radio en Colombia, su
hijo tenía "varias entradas en la comisaría por agresión", y que
incluso fue capturado por golpear a su exesposa mientras estaba en
recuperación posparto. "Él era del tipo: 'la ley soy yo, hago del modo que
quiero'", dijo.
Además,
relató que ella misma fue víctima de agresiones físicas: "Me pateó,
agredió a mi marido, y yo luché con él. Esta no fue la primera vez", afirmó.
La suegra intentó advertir a Roseane sobre el pasado violento de Erick antes de
que se involucraran sentimentalmente con él. "Le expliqué que ya había
estado preso, que tenía antecedentes de agresiones".
 Las cámaras de seguridad del sector, testigos
mudos del horror, captaron la escena: la pareja discutiendo, un pretexto para
el encuentro, y luego el ataque cobarde y brutal por la espalda. El anillo, una
promesa de amor devuelto, se convirtió en una trampa mortal.
El rastro de la huida y el testimonio de dolor.
Las
investigaciones de las autoridades apuntan a que la víctima fue llevada al
lugar del crimen con el pretexto de devolverle un anillo.
Tras
el crimen, el asesino intentó borrar sus huellas, escribiendo mensajes por sus redes
sociales en la noche, simulando que se encontraba en un sitio diferente al del
homicidio, una coartada, para encubrir la verdad de una muerte que estaba
anunciada. En su desespero por ocultar evidencia lanzó la cartera y el teléfono
de Roseane en el techo de una casa, que fueron encontrados por las autoridades tras
un minucioso registro de la escena del crimen.
Thayslã
Jerônimo, exmarido de la víctima y padre de su hijo de 10 años, fue testigo de
los momentos de angustia que precedieron y siguieron al asesinato. En una
entrevista conmovedora con TV Pajuçara, relató haber visto a la pareja
discutir. 
"Fue
la peor escena de mi vida. Dentro de mí, queda la sensación de que, si hubiera
llegado un minuto antes, él no le habría hecho eso. Podría haberme hecho eso a
mí, pero nunca habría permitido que se lo hiciera a ella", confesó, con la
voz quebrada por el dolor. "Le quitó a mi hijo el derecho de crecer al
lado de su madre", añadió, en un lamento que es el de todos los que han
perdido a alguien por la violencia machista.
Le advirtieron que no se metiera con Erick
El
horror de este feminicidio se hace aún más lamentable al conocer el testimonio
de la madre del presunto asesino. Ella misma fue víctima de su hijo, por eso  intentó advertir a Roseane sobre el peligro
que corría. "Él era del tipo: 'la ley soy yo, hago del modo que
quiero'", confesó, mientras revelaba un historial de violencia y
detenciones. 
"Me
pateó, agredió a mi marido, y yo luché con él. Esta no fue la primera
vez". La madre de Erick intentó, en vano, abrirle los ojos a Roseane antes
de que la relación sentimental comenzara, contándole que su hijo ya había
estado preso y que tenía antecedentes de agresiones.
El
asesinato de Roseane es un espejo en el que se refleja una realidad
escalofriante en toda América Latina: la creciente violencia contra las mujeres
que sigue cobrando vidas y dejando un rastro de dolor, la indiferencia y muchas
veces la impunidad. La comunidad exige justicia, no solo por Roseane, sino por
todas las mujeres que han sido silenciadas. 
La
exigencia es clara: este brutal acto no puede ser una estadística más; debe ser
un llamado de atención, un grito que resuene hasta que la violencia cese de una
vez por todas.


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