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sábado, 11 de octubre de 2025

PARAPETO. - SIEMPRE ES QUE ALGO VA, DE CARLOS LLERAS A GUSTAVO PETRO.


POR JULIO BAHAMON VANEGAS

 

Y del exprocurador Mario Aramburo al actual procurador General de la Nación.

En los relatos históricos del país existe un episodio que, más allá de ser una anécdota, conserva un inmenso valor ético e institucional. Ocurrió durante el gobierno del presidente Carlos Lleras Restrepo, cuando el entonces Procurador general de la Nación, doctor Mario Aramburo, le dirigió un llamado de atención formal por haber pronunciado un discurso que, a juicio del Ministerio Público, desbordaba los límites de la neutralidad política que está obligado a guardar el jefe del Estado.

 

El asunto ocurrió en 1970 en plena campaña electoral, cuando el presidente Lleras intervino en un acto público en el barrio Kennedy de Bogotá para defender la obra de su administración y criticar la posibilidad de un retorno a la dictadura, en clara alusión al movimiento de la Anapo del exgeneral Gustavo Rojas Pinilla, exdictador de la república en 1953. El Procurador, celoso guardián del principio de imparcialidad, considero que el presidente, al pronunciar ese discurso, había cruzado la delgada línea que separa la gestión de gobierno del proselitismo político. Y así se lo hizo saber de inmediato enviándole una carta pública que aún hoy es un ejemplo de decoro y de ética pública.

 

Traigo a cuento este episodio de la historia republicana porque estoy muy preocupado por lo que está sucediendo hoy con la conducta parcializada y agresiva del presidente Gustavo Petro,  quien arremete todos los días, no solo para defender lo indefendible que es su desastroso gobierno sino,  que se ha dedicado a amenazar al integridad física de los candidatos y dirigentes de la oposición, sin que medie ninguna advertencia por parte del Procurador Dr. Gregorio Eljach Pacheco, representante del Ministerio Publico. Peor aún, lo que escuchamos: Al mismo procurador sacándole el bulto a sus obligaciones constitucionales.

 

En el caso del presidente Carlos Lleras, la procuraduría lo hizo con fundamento en la Constitución y el principio que rige toda función pública: el de la imparcialidad. Tanto ayer como hoy, la administración del Estado pertenece a todos los ciudadanos, no ha un partido ni a un grupo ideológico determinado.

 

Esa lección sigue vigente, medio siglo después, la Constitución de 1991, en su artículo 209, establece que la función administrativa debe desarrollarse con fundamento en los principios de igualdad, moralidad, eficacia, economía, celeridad, imparcialidad y publicidad. Sin embargo, en los últimos tiempos hemos visto como ese principio se erosiona peligrosamente. El principio republicano de neutralidad del poder público es, en últimas, una condición indispensable para la confianza ciudadana en las instituciones. Si un gobierno interviene en las elecciones, pierde su condición de árbitro y se convierte en jugador.

 

Por esa razón, señor Procurador, su entidad debe actuar siempre, como la mujer del Cesar: sin mancha y sin duda.

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