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martes, 21 de octubre de 2025

PARAPETO. - ÁLVARO URIBE: AUTORIDAD MORAL Y POLÍTICA.

 



Por Julio Bahamon Vanegas 


Su absolución unánime por parte del Honorable Tribunal de Bogotá es un acontecimiento que definirá la historia de Colombia en el presente siglo. No es solo su reivindicación personal, es un acto de justicia esperado en estos últimos 12 años por millones de colombianos que siempre confiamos en su inocencia, y que combatimos el proceso por politizado, en la etapa de investigación, y en su juzgamiento, en la primera instancia.

 

Después de años de infamias y señalamientos, filtraciones y juicios mediáticos, el ilustre expresidente regresa con la autoridad moral incólume, con la frente en alto y con la serenidad de quien ha soportado el peso del descredito sin rendirse. Lejos de doblegarse, su nombre se fortalece en la conciencia de sus conciudadanos, y emerge como el guardián de la heredad nacional. Como el hombre que encarno la defensa de la patria, el orden institucional, los valores de la familia y la fe en Dios.

 

Sus compañeros de lucha, a raíz del fallo, tenemos la misión de continuar a su lado, caminando para revitalizar al partido que venía sufriendo un desgaste por las infames acusaciones que afectaron, de alguna manera, a su fundador.


Hoy, el presidente Uribe vuelve a ser el gran referente y el punto de convergencia de sectores que deseen reencontrarse con su identidad y con el amor por la patria.

 

El fallo proferido en segunda instancia por el Tribunal de Bogotá abre para el país una etapa nueva de recomposición del poder político. La absolución de Álvaro Uribe despeja el camino para que la derecha se agrupe y proyecte una alternativa sólida hacia el 2026.

 

Dirigentes como María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Miguel Uribe Londoño, Paola Holguín, Abelardo de La Espriella, Vicky Dávila, Juan Carlos Pinzón y Enrique Peñalosa, encontrarán en él, un mentor y un faro moral que les devuelva la confianza a los ciudadanos cansados con la difamación y la calumnia oficial.

 

De otro lado, el fallo le ha dado un golpe al relato del petrismo, que utilizo su discurso para descalificar a sus adversarios. La justicia ha hablado, y ha debilitado la narrativa oficial que pretendía imponer la idea de un “Uribe culpable”, para esconder sus propias equivocaciones. El discurso de confrontación y de odio perdió fuerza frente al líder reivindicado que encarna experiencia, serenidad y convicción.

 

El fallo le estallo en la conciencia al detractor Iván Cepeda que no logró cumplir el mandado de sus pares de las Farc, y retumbo al interior del ministerio de Justicia, cuyo titular está en mora de renunciar por miserable y calumniador: quedo claro, señor ministro de justicia que, nadie puede ser condenado sin pruebas, ni juzgado por razones políticas o ideológicas. Tendremos a Álvaro Uribe para mucho tiempo, gracias a Dios.

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