Por Hugo Mauricio Fernández Barón
“Mi oficio de escribir se
reduce a editar voces que han sido distorsionadas, falsificadas, ignoradas. No
puedo escribir una línea que, de alguna manera, yo no haya vivido”.
Alfredo Molano Bravo
Hace 27 años unas luces
extrañas que flotaron sobre las colinas de Bella Vista, exacerbaron la
imaginación de un periodista que anunció al pueblo a través de su emisora que
la invasión alienígena había llegado a Pitalito.
La extravagante anécdota que
desconcertó a los laboyanos ocurrió en 1993. Al mejor estilo de Orson Welles y
su famoso episodio radial de La guerra de los mundos, Ricardo Ayerbe González,
un reconocido periodista de Pitalito, aficionado al tema de los ovnis, propagó
como un virus la insólita noticia que anunciaba la invasión de naves
extraterrestres en el Valle de Laboyos.
El joven periodista de
entonces, además de tener el gusto por la lectura de libros de ovnis y extraterrestres,
era un profesional emprendedor de las comunicaciones, cuyo talante lo llevó a
crear la primera emisora de FM en el municipio de Pitalito, denominada
Preferencial Estéreo. Y fue desde sus micrófonos que entregó a los
radioescuchas laboyanos ese informe extraordinario que el pueblo pudo
contemplar con sus ojos incrédulos.
El fin de los tiempos
En las calles de Pitalito la
gente no daba crédito a lo que fulguraba sobre las montañas y praderas
orientales del Valle de Laboyos. Las asombrosas luces que destellaban en las
cumbres eran la señal inequívoca de la
llegada de seres de otros mundos. Los ángeles apocalípticos. El fin de los
tiempos. La segunda venida del Señor. El caos se apoderó del pueblo. Los
feligreses de rodillas en las calles alzaban sus manos a los cielos. Las madres
escondían a sus hijos. Hombres y mujeres corrían despavoridos por las
callejuelas imantadas de luz intermitente.
Sin embargo, el contagio del
miedo no encandiló a Nelson Carvajal, otro periodista inolvidable de Pitalito
asesinado por la pandemia de la corrupción. Con la audacia, rectitud e
inteligencia que lo caracterizaban, Nelson llamó al comandante del batallón
Magdalena de la época, seguro que el único capaz de esclarecer el misterio de
las chocantes luces era el militar, ya que los soldados deberían estar
patrullando en la zona. Pero al otro lado de la línea el coronel no contestaba.
La guerra de los mundos
Mientras tanto, Ayerbe y sus
correligionarios celebraban, no sin algo de recelo y turbación, el haber estado
en lo correcto cuando testificaban la existencia de seres de otros mundos que
visitaban nuestro planeta en raros objetos voladores. Los escogidos reafirmaban
sus orígenes atlántidas. Su sangre anunaki. Descendientes de los alienígenas,
deberían viajar con ellos en sus naves, pero preferían seguir protegidos en sus
casas porque una cosa es leer literatura sobre ovnis y otra muy distinta
tenerlos parqueados sobre el cielo de tu pueblo como luciérnagas gigantes.
Y aunque de las supuestas
naves extraterrestres no descendieron seres extraordinarios con vestiduras
metálicas y extremidades de insectos que demolieron las edificaciones y
dispararon sus rayos laser contra los laboyanos, la inopia de los aldeanos era
suficiente para crear una escena de dimensiones espantosas, que semejaba
pasajes del libro de las Revelaciones escrito en la isla de Patmos por el
profeta San Juan el teólogo. Sin embargo, las verdaderas amenazas de Pitalito
no estaban en el cielo, sino en la tierra y siempre han tenido nombre propio.
Alienígenas del Magdalena
Por su parte, la insistencia
de Nelson por la verdad, que también lo llevó a la tumba, pudo esclarecer el
misterio de las luces. Luego de hablar por teléfono desde su casa con el
comandante, al otro día en su noticiero Amanecer en el campo de la emisora
Radio Sur, donde trabajó hasta el día de su asesinato, desmintió la versión
apócrifa de los extraterrestres: “Anoche los únicos alienígenas de esas
montañas eran los soldados del Batallón Magdalena que encendieron unas bengalas
de guerra en busca de subversivos del frente 13 de las Farc. El periodismo no
es para especular sobre lo que pasa en las nubes, es para contar la realidad de
la tierra”, concluyó categórico Carvajal.
Así fue la noche inolvidable
que los extraterrestres sobrevolaron el Valle de Laboyos.
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