Del Pacto Histórico al pacto entre criminales.
Los resultados de la consulta
de la izquierda nos dejó un mensaje
claro, y a la vez preocupante: La gano el candidato de las Farc (el personaje
mencionado en los computadores de Raúl Reyes, extinto directivo de las Farc,
amigo de Iván Márquez y del finado Jesús Santrich, de Iván Mordisco, de Calarcá
y sus muchachos), el senador Iván Cepeda Castro, heredero del legado del
dirigente comunista Manuel Cepeda Vargas, en la época el brazo político de las
Farc en el congreso de Colombia.
Ese hecho marca un giro profundo
en el panorama político del país. Mas allá del resultado, sorprende el escaso
nivel de participación de los electores amigos de Gustavo Petro. Solo acudió el
29% de los votantes que respaldaron hace cuatro años a Gustavo Petro, es decir,
la izquierda perdió más de 70% de su base electoral. El candidato del
presidente Petro, “pinturita” se desdibujo totalmente.
Sin embargo, el peligro no está
en el debilitamiento del petrismo, sino en la nueva composición de fuerzas que
ahora se agrupan alrededor del candidato de las Farc. El triunfo de Cepeda
representa el ascenso de la línea dura del antiguo proyecto de las Farc que,
desde hace años, y con la asistencia del entonces presidente Juan Manuel
Santos, viene intentando reciclarse bajo el ropaje de la legalidad y el proceso
fallido de la Habana y de “la paz total”.
Detrás de esa narrativa de
reconciliación esconden una peligrosa estrategia: Capturar el poder político
mediante la alianza de grupos ilegales y estructuras criminales.
No se nos puede olvidar que
Iván Cepeda es el principal promotor de las conversaciones con el ELN, con las
disidencias de Mordisco y de Iván Márquez y con la columna violenta de Calarcá,
con los presos de mayor peligrosidad de la cárcel de la Picota. Su discurso de
“paz total” lo tradujo en un pacto de impunidad total. Buscando con sus aliados
reescribir la historia desde el poder. Lo más grave es que esa estrategia
cuenta con la debilidad de un gobierno desprestigiado que utiliza la justicia
como herramienta política para premiar aliados violentos y perseguir a sus
opositores.
Así las cosas, Colombia ha
entrado en una peligrosísima etapa de riesgo institucional. Ojo, colombianos:
Si Cepeda termina imponiéndose, el país enfrentaría una elección desigual, donde
el candidato de los ilegales, respaldado por terroristas y excombatientes
armados, se confrontará con una oposición fragmentada aun sin decidir su
candidato, en ese momento estaremos en inminente peligro democrático. La
oposición sin candidato único con conocimiento nacional no solo sería un error,
sería una irresponsabilidad histórica. No soy ave de mal agüero. Algunos dirán,
que no creen en brujas, pero que las hay, las hay.



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