La tradición escultista en Pitalito es un referente nacional de los scouts colombianos.
El escultismo (del inglés scouting, que significa explorar) es un movimiento infantil y juvenil que actualmente está presente en 165 países del mundo. En Pitalito, la escuela scout también tiene su propio capítulo. Algunos de sus antiguos y actuales partícipes recordaron algunas historias de la memoria y presente de esta significativa organización.
Marco Augusto Bravo Castaño
Hugo
Mauricio Fernández Barón
La
resonancia de las corrientes culturales de Europa deja rastros en Colombia. El movimiento
scout que surgió en Inglaterra a principios del siglo XX, con el objetivo de
buscar el desarrollo físico, espiritual y mental de los jóvenes para que
llegaran a ser “buenos ciudadanos”, a través de un método específico inspirado
en la vida militar y al aire libre, cuyas directrices serían establecidas en el
manual Escultismo para Muchachos (1908), del general británico Robert
Baden Powell, es una clara muestra de los idearios bélicos que prevalecían en
el mundo. Mientras tanto, en New York eran calcinadas más de 120 mujeres por
exigir sus derechos laborales.
En
Colombia, la historia del movimiento escultista tiene varios precedentes que se
remontan a 1913 en Bogotá y 1918 en Medellín. Nacido en el contexto de las
clases dirigentes conservadoras colombianas y asociado con el ambiente militar
del país, el desarrollo del escultismo en Colombia no tuvo mayores tropiezos y
fue en general acogido por la sociedad y el Estado. En 1954 se emite un decreto
legislativo que propende por la promoción del Escultismo en el país y en 1966
el Congreso de la República se asocia al aniversario de la fundación del movimiento
en Colombia.
Sin
embargo, el movimiento scout en el país registra su personería jurídica en 1934
bajo la dirección nacional de Daniel Izaza. Desde entonces, la organización se
ha desarrollado más bien de manera independiente a las políticas oficiales de
promoción al deporte y a la educación, no teniendo subsidios efectivos que
permitan una mayor participación en las actividades de muchachos de clases
bajas, debido a que son los mismos muchachos, o sus padres mejor, los que
corren con todos los gastos de su afición, que no son pocos, lo que hace que el
escultismo colombiano sea por lo general practicado por muchachos de clases
medias y altas.
“Liderada por algunos académicos, la fundación de la escuela scout en el valle de laboyos en 1970 representó una novedad muy atractiva para los jóvenes de Pitalito”.
Escuela
scouts en Pitalito
El ideario escultista también colonizó el sur de Huila. Liderada por algunos académicos, la fundación de la escuela scout en el valle de laboyos representó una novedad muy atractiva para los jóvenes de Pitalito. El pueblo acababa de sufrir el terremoto de 1967, que transformó parte de su infraestructura. La nueva sede de la Escuela Normal Nacional de Pitalito inaugurada en 1969, fue el asiento del primer grupo de escultismo laboyano, que se constituyó un año después.
Álvaro Argote, profesor de la escuela y Gustavo Salazar, pagador, fueron los artífices fundadores del primer grupo scout denominado Comandos, que desde entonces se empezó a congregar en las instalaciones de la institución.
Transcurría el año de 1971 cuando a la Escuela Normal llega el nuevorector, Mario Prada Mantilla, procedente del interior del país, quien culminó de organizar la escuela scout con mucha entereza, pues el servidor público contaba con una significativa experiencia en el escultismo.
Así
fue como el movimiento scout se arraigó de manera sólida en el municipio de
Pitalito y fue acompañado por algunos padres de familia, ciudadanos y
entusiastas, como el sacerdote Guillermo Morales, el profesor Esteban Echeverry
y los estudiantes William René Palacios Torres, guía de la patrulla Danés;
Víctor Alcides Cortés guía de la patrulla Cóndores, Javier Guzmán, José Daniel
Bravo Muñoz sub guía, Pedro Nel Tovar, Hipólito Camacho Coy, Alfonso Peña “el
gordo”, Álvaro Hernán Carvajal Carvajal “el Cachiro”, Néstor Gonzáles “el Pibe”,
Julio Palacios Torres, Napoleón Tovar, Jorge Eliecer Rodríguez, Alejandro
Palacios Torres “el Rudo”, Jairo García Riaño y el hijo de Bruno Dussán
conocido como el “matasanos”, entre muchos otros jóvenes.
Entusiasmados con la oportunidad de pertenecer a un grupo juvenil, que realizaba excursiones al aire libre, no fueron pocos las juventudes laboyanas que se animaron a sumarse al colectivo de exploradores. Así lo evoca Elizabeth Palacios Torres, hija de Luis Antonio Palacios Sandoval, uno de los precursores más destacados del movimiento en el sur huilense. “Como todo niño curioso amante del campo, estábamos muy motivados con las actividades y encuentros que realizábamos al aire libre, pero nos tocó esperar a que nos abrieran la puerta a las mujeres”, suspira la señora Elizabeth, quien actualmente reside en el valle de Laboyos y conserva el orgullo de haber sido la primera niña scout del departamento de Huila junto a sus hermanas Lisa y Esperanza. Una distinción que la hace poseedora de una memoria única de la historia scout en Pitalito.
El
primer campamento
La
primera excursión realizada por la cuadrilla scout Comandos de Pitalito fue una
visita a la Cueva de los Guácharos, como lo recuerda José Daniel Bravo Muñoz, docente
pensionado del valle de Laboyos y uno de los primeros exploradores del sur
huilense. “Fue toda una aventura. En ese tiempo los campamentos los hacíamos a
las fincas, o a la orilla del río, pues no había ningún problema, no había que
pedir permiso, ni a la Policía Nacional, ni al DAS, ni al Ejército. Lo único que
necesitábamos era el permiso de nuestros padres. La mayoría de los integrantes
veníamos del campo y sabíamos cómo armar un rancho con ramas y hojas de palma y
ahí amanecíamos. También para esa época jugábamos al asalto de campamento entre
las patrullas, pues el problema del fenómeno de inseguridad era mínimo”.
Gracias a las salidas a terreno, los jóvenes laboyanos tuvieron la oportunidad de conocer y reafirmar su cariño por el territorio. Por aquella época, como conmemoran los antiguos scouts, las piedras del pueblo escultor que habitó la cuenca del alto Magdalena se encontraban a la intemperie y todavía el municipio no había sido reconocido como un baluarte mundial de la arqueología. Entre tanto, la fiebre escultista también germinaba sus primeros retoños organizativos en San Agustín, bajo el liderazgo del señor Milo Valencia, y en Palestina, como afirma el profesor pensionado Vicente Rojas Bermeo, quien hizo parte del capítulo scout en el municipio cafetero.
“La fiebre escultista llegó hasta Palestina a inicios de los años setenta por iniciativa de don Luis Palacios Sandoval, quien estaría al frente del movimiento junto a su esposa Sara María Torres e hijos durante muchos años. Fue una ola de entusiasmo que nos motivó a muchos jóvenes que hicimos parte de la primera generación de scout en el sur de Huila. Lo bueno era que el interés no solo era de nosotros como niños, sino que también a los padres de familia les importaba que sus hijos recibieran formación en disciplina, pionerismo, sobrevivencia y humanidades”, evoca el señor Rojas, uno de los primeros patrulleros de Palestina que también participó de las primeras salidas al aire libre.
Otras
aventuras inolvidables fueron las visitas a los ríos Guarapas y Guachicos, La Laguna,
Guacacayo, La Honda, Pericongo, las Cuevas de Timaná, Acevedo, el Estrecho del
río Magdalena, La Chaquira, El Parque Arqueológico de San Agustín; El Vegón, El
Alto de los ídolos, El salto de Bordones, Salto de Mortiño en San José de
Isnos, Las Quemadas, algunos sitios rurales y fincas de laboyos, el campamento
regional en el municipio de Rivera y la capital huilense, donde realizaban
actividades propias del escultismo. “Nosotros en la reunión de patrulla leíamos
sobre los temas del escultismo con los pocos folletos o cartillas que nos compartían
los dirigentes del grupo”, evoca don José Daniel.
El
legado del viejo Palacio
El
nombre de Luis Antonio Palacios Sandoval en la historia del escultismo de
Pitalito es imprescindible. Bajo su tutela la organización scout del sur
huilense tuvo uno de sus mayores auges. Don Luis, además de convertirse en el
líder e involucrar a sus hijos e hijas en el escultismo, fue un gestor
importante en la consecución del Campo Escuela, un espacio campestre que fue
cedido por la administración del alcalde Antonio Villegas, que abarca 6
hectáreas aproximadamente, donde se encontraba una pista de entrenamiento de
arrastre y un salón para guardar garrochas y herramientas. Terreno que estuvo a
punto de perderse por la felonía de algunos dirigentes avarientos.
Don Luis Antonio, también logró ser un destacado jefe scout regional del movimiento en el departamento de Huila, donde se le recuerda por haber conformado el grupo scout de Palestina y ser uno de los padres de familia más comprometidos con el escultismo en Pitalito. Sus habilidades para la sobrevivencia y el pionerismo lo hacen inolvidable en la memoria de sus compañeros, pues ninguno lo igualaba a la hora de hacer amarres, ya que conocía más de 70 nudos que ataba con sus manos ágiles ante el asombro de los jóvenes.
Un
evento que por la magnitud de su tragedia conmovió a toda Colombia fue el
terremoto de Popayán ocurrido el 31 de marzo de 1983. Consecuentes con el lema
“listos para servir”, el grupo Comandos de Pitalito guiado por el señor
Palacios, acudió a prestar ayuda a cientos de familias damnificadas por la
catástrofe. “Los scouts de Pitalito estuvimos en Popayán asistiendo a los
habitantes afectados por el terremoto. Les ayudamos con víveres y llevando
ladrillos para contribuir a la construcción de sus nuevas casitas”, afirma doña
Elizabeth.
Otra
historia atada al legado del viejo Palacios es la que se sabe del scout Jaime Ortiz
de la Escuela Normal. Ortiz, rebelde desde su adolescencia, luego de su paso
por el escultismo ingresó a un grupo guerrillero donde muy pronto ascendió a la
comandancia subversiva. Don Luis, de viaje por el departamento de Caquetá fue
detenido por el grupo armado. Luego de discutir durante varios minutos con los
guerrilleros, el señor Palacios logró zafarse del retén y cuentan que los
combatientes se quejaron ante el comandante Ortiz por la altivez de Luis
Palacios, a lo que el líder rebelde les ordenó: “Con don Luis no se metan, que
muchas de las técnicas de campamento y sobrevivencia que sabemos aquí, se las
debemos a él”.
El
Campo Escuela
La
avaricia de algunos dirigentes scout nacionales de Colombia estuvo a punto de
dejar sin Campo Escuela al grupo escultista de Pitalito. Luego de tres décadas de
procesos jurídicos en los que el terreno fue vendido por líderes ávidos de la
dirigencia nacional y pasó a manos de una constructora de Pitalito, la
indignación ciudadana se solidarizó con los scouts y organizó un comité para la
defensa del Campo Escuela, como lo registra el Diario del Huila el 24 de
diciembre de 2012 en la página 18. Sin embargo, solo hasta el año 2015 el
Concejo del municipio de Pitalito y la CAM, mediante la resolución 2656 del 17
de noviembre lo declaró área de conservación, condición que impide que sea
vendido.
El Campo
Escuela de Pitalito está ubicado en el barrio Cálamo, limita con la quebrada
Cálamo junto a la Institución Educativa Nacional en la vía de la avenida El
estudiante. El terreno que abarca casi 60.000 mil metros cuadrados, alberga un
humedal, una riqueza vegetal y faunística donde las aves migratorias se
alborozan entre los follajes de cachingos, pinos, guaduales, guayacanes y
guayabos entre otras especies. Aquí se reúnen los fines de semana los
diferentes grupos del municipio a realizar actividades ecológicas y
recreativas.
“Hubo un momento en que se vendió el Campo Escuela, y eso fue una lucha jurídica muy dura por varios años. Pero gracias a Dios ahí tenemos el Campo Escuela, creo que ese ha sido uno de los logros más grandes que hemos tenido”, puntualiza Daniel Vargas, actual jefe scout de Pitalito.
Memoria
del presente
Actualmente,
el movimiento escultista en Pitalito cuenta con aproximadamente 80 scouts
inscritos. Es el segundo grupo más grande que tiene el departamento de Huila
con dos tropas y dos manadas, cuya meta es contar con al menos 150 exploradores
para el año 2025, como lo explica Daniel Guillermo Vargas, comerciante y actual
jefe del grupo scout 03 Escocés. “En este año 2024 hemos entregado dos insignias de madera. Por otra parte, el
próximo año en marzo es la asamblea regional y nuestra meta es lograr que lleguen
algunos miembros del grupo al Concejo Regional”.
La tradición escultista en Pitalito es un referente nacional de los scouts
colombianos. Sin embargo, muchos de los grupos han desaparecido y
perdido su mística y tradición, “se quedaron ahí, no hubo quien continuara y se
pusiera la camiseta” cómo asegura Daniel.
Nombres
de grupos como el Comandos; grupo 09 Valvanera compuesto por las tropas Andaki
y Zulú y el clan Cacique Tayrona; el jefe de grupo fue el padre Jairo Motta, el
grupo Sol Naciente; grupo Caminantes; Grupo 01 Vikingos, conformado por la manada
Guaymunga, la Tropa Navegantes y el clan Thor; grupo Andinos; grupo 03 Escocés
con su Manada Ness, la Tropa Hamish y el Clan William Wallace; grupo 06 Génesis
con su Tropa Koguis y el Clan Cacique Pigoanza; grupo Escaladores y el grupo La
Cruz del Sur, entre otros, hacen parte de la memoria scout del sur de Huila.
La
trayectoria de Daniel en la escuela scout de Pitalito es muy destacable. Hace
mas de dos décadas, desde cuando ingresó al movimiento por invitación de unos
amigos del colegio a sus 13 años, no ha parado de ascender en la jerarquía de
la organización y asumir compromisos de gran responsabilidad. De esta forma ha
desempeñado diferentes roles como recuerda con orgullo. “Yo tenía 15 años
cuando quedé como guía mayor, era muy responsable y atento. Fui presidente de
la Corte de Honor de la tropa scout, que es la reunión de los guías y subguías.
Por ser el mejor scout de la tropa Navegantes me gané el reconocimiento o
estimulo Daniel Izaza de la Asociación Scout de Colombia para los mejores
scouts en cada unidad”.
Además,
es ganador de la Flecha de Oro, una insignia muy importante a nivel nacional y ha
participado en distintitos eventos como el denominado Rover Moot, Gooming, el
famoso Shangri- La, del año 1999 en el departamento de Santander, donde se
congregaron más de 600 jóvenes de todo el país. “Hemos participado en eventos
locales, regionales, nacionales e internacionales donde hemos podido compartir
con diferentes culturas y costumbres”. Son muchas las anécdotas que guarda en
la memoria de las salidas y campamentos que ha realizado en estos 26 años de
militancia escultista.
“Recuerdo
otro Jamboree en el año 2007 en el Parque Simón Bolívar de Bogotá, que fue el
centenario del primer campamento scout llevado a cabo en la Isla de Brownsea,
Inglaterra, en el año 1907. Para mí fue algo muy maravilloso”. También ha
ocupado cargos importantes a nivel regional y nacional. Ha sido integrante de
la Corte de Honor Nacional, el cual es uno de los estamentos más importantes
que tienen los scouts de Colombia y es un explorador orgulloso de su uniforme
scout. “Pero el logro más bonito es que mis hijas sean scouts, que ellas hayan
hecho su promesa, que les gusta el escultismo, por ejemplo, mi hija menor en
los lobatos se ganó el Daniel Izaza”.
El
movimiento scout en Colombia está viviendo una etapa de auge. Tanto así, que el
próximo gran campamento internacional denominado el Jambore Panamericano se
realizará el año 2025 en la ciudad de Manizales. Una oportunidad para el grupo
de Pitalito que desde ya proyecta su participación, como lo señala su actual
jefe: “Tenemos un año para hacer una buena representación porque es un evento
internacional, una oportunidad para los jóvenes y dirigentes. Gracias a Dios ya
llevamos 24 años con un grupo sólido, un grupo grande, bonito, con unos jefes
comprometidos con la misión de formar buenos ciudadanos en Pitalito. Los invito
a que sean parte del movimiento scout como dirigentes, como ayudantes, como
patrocinadores. Esto es de todos”.
La
promesa scout
En la
simbología templaria del escultismo llaman la atención dos íconos, la flor de Lis
y la promesa scout. La flor de Lis es un símbolo tradicional que se remonta a
muchas culturas y religiones. En un contexto espiritual, representa el
equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu. Sus tres pétalos representan valores
como fe, sabiduría y caballerosidad. En el imaginario scout la flor representa los
principios contenidos en la promesa scout: Dios, Patria y Hogar, y las
virtudes: Lealtad, Abnegación y Pureza.
La promesa scout es una ceremonia de investidura e iniciación en la cual se da la bienvenida al niño, joven o adulto aspirante al grupo scout. Desde este momento el explorador puede portar la pañoleta, el nudo Gilwell o Turco y la garrocha, objetos que caracterizan las vestiduras del escultismo. Sin embargo, más allá del sentido religioso la promesa scout tiene una connotación de sentido humanista y de servicio a los demás, como explica Marco Bravo Castaño, scouter de la tropa Hamish. “La espiritualidad es para la vida, se trata de cultivar la ética, la solidaridad y el servicio”.
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