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domingo, 31 de agosto de 2025

PARAPETO. - EN COLOMBIA, NINGUNA CORTE CONTROLA EL PODER.

POR JULIO BAHAMON VANEGAS


La columna del señor exvicepresidente Germán Vargas Lleras, publicada en el Diario El Tiempo, es acertada, en cuanto a la vagabundería de algunos congresistas del partido de la U, y de otros díscolos del liberalismo y del conservatismo, que pueden andar negociando prebendas con Petro, pero nada les garantiza a ellos que vayan a tener mayorías el próximo miércoles durante la elección del nuevo magistrado de la Corte Constitucional. Sin embargo, si eso llegare a ocurrir, debemos tener en cuenta que la constitución del 91 diseño un sistema de “contención” en la rama judicial, de forma tal, que no le quedara fácil a ningún gobierno capturar totalmente la justicia.


En un hipotético escenario de “mayoría oficialista” en la Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia se volvería la primera línea de resistencia, porque puede investigar y juzgar penalmente a altos funcionarios del gobierno.


El Consejo de Estado podría bloquear la implementación de decretos inconstitucionales o abusivos, incluso si la Constitución los respalda.


Aunque la Corte Constitucional quisiera hacerle caso al desquiciado presidente, la Suprema y el Consejo de Estado actúan como diques de contención frente a los posibles excesos presidenciales. El riesgo es que, si el gobierno llegare a alcanzar un bloque dentro de la Constitucional, la Corte se convertiría en una Corte política más que jurídica. El intento de “atropellar” la Constitución podría materializarse en reformas legislativas con vicios de fondo o de procedimiento que, en condiciones normales, serían tumbadas por el Consejo de Estado.


Si el escenario se pinta, de Estado de Excepción, herramienta prevista en la Constitución, pero con límites claros, el gobierno debe tener cuidado porque su convocatoria debe ser temporal, proporcional y sujeto a control judicial.

 

Petro, pese a su discurso confrontacional, hoy no tiene margen político ni militar para dar un salto autoritario al estilo de regímenes como Venezuela. Colombia mantiene prensa libre, sociedad activa dispuesta a defender con sangre sudor y lágrimas la república, fuerzas armadas institucionalistas y tratados internacionales que lo limitan.


Sin embargo. Lo deseable sería que el Congreso de la república, en este caso el Senado, tome conciencia y derrote, de una vez por todas, la aspiración de la señora Balanta, asidua y reconocida activista del petrismo.


Hoy tenemos el deber y la obligación de defender las otras Cortes, pues ante una embestida gubernamental con el propósito de atornillarse en el poder, la Suprema y el Consejo de Estado serian clave para mantener viva la división de poderes.

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