Por
Julio Bahamon Vanegas
En
medio de un difícil vendaval político, signado por la fragmentación de la
oposición y la sólida disciplina en torno al candidato único de la izquierda,
la propuesta del candidato independiente Abelardo de La Espriella de realizar,
antes del 10 de diciembre una encuesta que unifique a los aspirantes de
derecha, la debemos ver como positiva. Lo único que no me queda claro es que se
esté pensando en esa fecha, para “garantizarles”, a los restantes precandidatos
que no sean escogidos, curules en el senado de la república: eso no está bien.
La política no puede llegar a tal punto de degradación, para que los 103
escaños del senado sean coto de caza de los “avispados”. “Yo aspiro a la
presidencia de la república, dirán algunos, sin ninguna posibilidad porque sé,
que al final me darán un premio de consolación y me meterán al senado”. No
deberían plantearlo por ética porque les daría ventaja frente a otros
colombianos que lo vienen trabajando desde hace tiempo. La aspiración a la
presidencia, es un deseo demasiado serio que debería inhabilitarlos para
aspirar a un escaño en el senado de la república.
La
maquinaria de la izquierda y del gobierno está articulada alrededor de Iván
Cepeda, así no lo quiera Gustavo Petro, es una orden dada desde los campamentos
de los grupos narcoterroristas y definida en Venezuela. Mientras tanto, la
oposición continúa desgastándose en debates internos que poco aportan al
propósito final de ofrecer una candidatura viable, y competitiva. En política,
el tiempo define y los alborotos de la oposición la está dejando en riesgo de
quedarse sin él.
De
La Espriella ha puesto sobre la mesa un diagnóstico que pocos se atreven a
mencionar con claridad: si la decisión se aplaza hasta marzo, la derecha
llegará tarde, dividida y debilitada a la contienda presidencial en mayo de
2026. Cepeda podría capitalizar solo en la arena política, tres meses de
ventaja narrativa y tres meses de consolidación en territorio de la mano de sus
amigos y compinches de la subversión.
Para
los candidatos que llevan más de un año en la disputa interna de sus partidos,
les puedo decir que: lo que se hizo ya se hizo y lo que no se hizo, no se hará.
La gente ya está decidida y ningún precandidato, por más empeño que le ponga,
va a transformar dramáticamente sus números en las próximas semanas. La
encuesta que propone el Dr. De la Espriella confirmaría tendencias, ordenaría
la pizarra y lograría que la oposición se centre en lo fundamental, hablarle al
país.
El
candidato único favorecido en diciembre tendría tiempo para construir alianzas,
instalar su mensaje, recorrer regiones y posicionarse como real alternativa de
poder.
Aplazar
la definición hasta marzo del año entrante equivaldría a entregarle por
anticipado un regalo muy valioso a la izquierda: Tiempo. Considero el llamado
del Dr. Abelardo sensato y conveniente. Es el camino que nos queda para que la
oposición llegue con vida a la contienda presidencial de 2026.



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