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miércoles, 12 de noviembre de 2025

EL SECRETO ENTERRADO DEL CEDRO.

Sobre la reciente emergencia en la quebrada El Cedro y la disonancia entre la opinión pública y la ciencia documentada.

 

Autor: Luis Felipe Narváez

Docente Universidad Surcolombiana

 

Mientras viajaba a mi clase universitaria, la radio sintonizaba el pánico local. Con la emergencia de la quebrada El Cedro, una fauna de "especialistas" en ingeniería hidráulica—desde periodistas, funcionarios públicos hasta candidatos políticos—había emergido súbitamente.

 

En el dial, un coro de funcionarios y comentaristas debatía las "políticas de contingencia". El foco era un plan de emergencia para prevenir derrames de hidrocarburos de los vehículos que transitan la vía adyacente al afluente, el mismo que alimenta la bocatoma del acueducto de Empitalito. Todos, al parecer, eran expertos. Proponían planes con absoluta seguridad, seguidos de una sopa de letras burocrática—ANI, CAM, UNGRD, DNP—casi indescifrable.

 

La táctica es familiar. El uso de jerga tecnocrática recuerda al argumento de Chomsky (2002) sobre cómo esta sirve para marginar al público, volviéndolo irrelevante—ya sea por ignorancia o por inoperancia inducida—frente a las decisiones de la "clase especializada". Esto genera lo que en psicología se conoce como disonancia cognitiva: la tensión o incomodidad mental que sentimos cuando nuestras creencias (ej. "las autoridades nos protegen") chocan con una nueva información (ej. "el debate es incomprensible y la solución parece simple"). Para reducir esa tensión, es más fácil ignorar la nueva información que cuestionar nuestra creencia inicial.

 

Es un fenómeno común en Colombia. Cuando la selección de fútbol juega, todos somos directores técnicos. Cuando un político enferma, somos expertos en medicina. En tiempos de conflicto interno, estrategas militares. Quizás esa misma seguridad en la elocución exime al hablante de la responsabilidad de estudiar o, al menos, de leer con mesura los estudios serios.

 

Cambié el dial. La ironía de este despliegue de experticia es que la solución no requiere nuevos genios, sino una simple consulta bibliográfica. La estridencia del debate es inversamente proporcional al conocimiento exhibido. Existen estudios publicados que los "opinadores" de turno, al parecer, no han consultado.

 

Lo que sigue no es opinión, sino una síntesis de lo que la ciencia ha documentado durante décadas: la quebrada El Cedro fluye directamente sobre una falla geológica activa (tiene movimiento permanente). No es una fractura menor; es parte del Sistema de Fallas de Algeciras (SFA), una de las estructuras tectónicas más significativas del país (Gómez-Hurtado et al., 2022; Velandia et al., 2005).

 

Los debates sobre "contingencia" para derrames de petróleo, aunque necesarios, ignoran el riesgo existencial. Están diseñando meticulosamente las cortinas de una casa que se asienta sobre un abismo. Ningún plan de emergencia vial evitará que la captación de agua sea destruida por un sismo severo y la formación de riesgos de una avalancha sobre la misma Bocatoma Empitalito. Dada la superficialidad del debate, uno casi esperaría que la siguiente propuesta fuera "reubicar la falla geológica".

 

Como he mencionado en otros artículos, esta negligencia ignora advertencias formales. El diagnóstico del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de 2001, elaborado por la Universidad Nacional de Colombia, ya identificaba los riesgos de la zona y recomendaba el deber de trasladar la bocatoma (Universidad Nacional de Colombia, 2001).

 

Un llamado a la cordura—y a la lectura—es necesario. La consulta de estos estudios, algunos disponibles desde hace décadas (p. ej., Orrego & Sarria, 1986), quizás inspiraría más humildad intelectual en el discurso público. Menos grandilocuencia, menos acrónimos ininteligibles y, quizás, argumentos más sensatos orientados a un cambio social real.

 

En una nota personal, admito que durante las protestas ciudadanas de 2013, centradas en el riesgo de vertimientos por la carretera, si bien conocíamos de la existencia de la Falla Pitalito, ignorábamos que de ella se desprendía la Falla El Cedro, y que su vértice de encuentro se ubica precisamente donde hoy está la bocatoma de Empitalito, elevando exponencialmente el peligro geológico. De haber consultado esa información adicional, la demanda racional no habría sido solo de contingencia, sino de reubicación inmediata.

 

Referencias Bibliográficas

 

- Chomsky, N. (2002). El control de los medios: Los espectaculares logros de la propaganda [Título original: Media control: The spectacular achievements of propaganda] (2ª ed.). Seven Stories Press.

 

- Gómez-Hurtado, L. F., Aguirre-Hoyos, A. M., Fonseca-Peralta, H. A., Idárraga-García, J., Audemard, F. A., Osorio, J. A., ... & Vargas, C. (Eds.). (2022).

 

Neotectónica y paleosismología de la Falla de Algeciras, Huila, Colombia.

 

Servicio Geológico Colombiano.

https://libros.sgc.gov.co/index.php/editorial/catalog/book/96

 

- Orrego, A., & Sarria, A. (Eds.). (1986). El sismo de Popayán. Ingeominas.

 

- Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Artes, Oficina de Proyectos. (2001). Plan Básico de Ordenamiento Territorial, Pitalito Huila - Documento Diagnóstico. Municipio de Pitalito.

 

- Velandia, F., Acosta, J., Terraza, R., & Villegas, H. (2005). El movimiento tectónico actual de los Andes del Norte a lo largo del Sistema de Fallas de Algeciras en el Suroccidente de Colombia.

 

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