Por Julio Bahamon Vanegas
La expresión “el año del pato
cojo” proviene del inglés “lame duck year”, y se usa en los Estados Unidos para
describir el último año del mandato de un presidente que no puede, o no va a
ser reelegido, o el periodo entre la elección de su sucesor y el final de su
gestión. Ese momento, bendito Dios, le llego por fortuna a Gustavo Petro.
Esa metáfora nació en el siglo
XVlll en la bolsa de Londres, donde se usaba para referirse a los
inversionistas arruinados que no podían cumplir con sus obligaciones financieras.
Por extensión, a Gustavo Petro le cae como anillo al dedo: como presidente
arruino al país y como político incumplió con todas sus obligaciones y deberes
para con los colombianos. Petro es hoy un líder debilitado, con pérdida de
poder e influencia, porque su mandato está próximo a terminar y ya no tiene
capacidad de decisión o respaldo político.
Como político, es un mandatario
que, no puede ser reelegido, por límites constitucionales o porque está próximo
a ser reemplazado. Ha pedido influencia sobre los otros poderes del Estado, en
el Congreso, en las Altas Cortes y en la opinión pública. Su capacidad de
impulsar reformas es nula, tampoco la tiene para hacer nombramientos de gente
capaz, o de realizar proyectos importantes, pues los demás actores políticos
están ocupados y concentrados en la siguiente administración
En los Estados Unidos cuando
un presidente entra en su ultimo año sin posibilidad de reelección, como Barack
Obama o George Bush, los analistas suelen decir que ha entrado en su año de
“Pato Cojo”, porque su margen de maniobra, lo he repetido una y mil veces en el
caso de Gustavo Petro, se ha debilitado notablemente.
No sé,  si a raíz de su vinculación a la Lista
Clinton, el presidente Petro pueda cobrar su sueldo, pero en este año del “pato
cojo” Petro conserva el cargo, pero ha perdido el poder político real, porque
el país, sus aliados y partidos afines le están dando la espalda y miran hacia
el lado de su posible sucesor, sin que ello signifique que estén  mirando al candidato de los narcoguerrilleros
de las Farc, o del ELN, inclusive hacia los criminales del clan del Golfo, o
sus conmilitones del pacto de la Picota.
Sin embargo, no debemos
descuidarnos porque en ese momento de desesperación, es capaz de cualquier
locura: por ejemplo, Harry Truman, al final, decidió arreciar la guerra en
Corea, y fue tildado de corrupto en asuntos del ministerio de defensa; Lyndon
B. Johnson escalo brutalmente la guerra en Vietnam enviando 500.000 soldados
americanos a la muerte; Barack Obama, no cerro Guantánamo, oferta de campaña, e
intensifico el uso de drones en zonas de conflicto con víctimas civiles. El
tiempo de “Pato Cojo”, puede aumentar su soberbia y lo puede llevar a desconectarse del país real. Ojo, pues con el “Pato Cojo” y peligroso de
Gustavo Petro.



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