La realidad electoral exige realismo, generosidad y estrategia. Las encuestas comienzan a mostrar un fenómeno indiscutible, el candidato de la oposición Abelardo de La Espriella registra un crecimiento sostenido superando a sus competidores inmediatos, logrando consolidar un respaldo ciudadano amplio.
Por Julio Bahamon
Petro dijo, que ni unida toda
la oposición le ganaríamos. ¡Bufón y bocón! Vamos a actuar con responsabilidad,
nos uniremos y los vamos a derrotar en primera vuelta. Pero a la hora de la
verdad, como lo ha dicho Álvaro Uribe, no nos preocupemos más por Petro, la
verdadera amenaza es Cepeda, el de las Farc, y lo que representa él, como líder
de un régimen puro estalinista, peligrosísimo para Colombia. Petro fue apenas
un remedo de sátrapa.
Por esa razón, el país debe
escoger entre la profundización del deterioro institucional o abrir el camino
de la reconstrucción democrática. Para ello es necesario recordar dos verdades
que ya he expresado en columna anterior: La presidencia de Colombia no se
gana en un baloto; y cuando los egos se imponen, destruyen.
La realidad electoral exige
realismo, generosidad y estrategia. Las encuestas comienzan a mostrar un
fenómeno indiscutible, el candidato de la oposición Abelardo de La Espriella
registra un crecimiento sostenido superando a sus competidores inmediatos,
logrando consolidar un respaldo ciudadano amplio. Querámoslo o no, simpaticemos
más o menos con su estilo, es una verdad que no se puede ocultar. El país no
puede ignorar cuál es la candidatura con mayor potencial para alcanzar la
segunda vuelta, pero si actuamos con inteligencia lo lograremos en primera
vuelta.
Con el gobierno en manos
inescrupulosas, el país hoy no tiene certeza de su imparcialidad para la segunda
vuelta. Conocemos las afinidades ideológicas, su cercanía operativa con
estructuras que hoy ejercen presión territorial, con una profunda capacidad
para influir abiertamente en regiones (hoy lo hacen en el 80% del territorio
nacional) donde los grupos ilegales armados tiene control social. Esas
afinidades nos deben mover a unirnos, porque cuando un gobierno cercano a
radicalismos extremos controla el aparato estatal, lo puede usar para influir
en la segunda vuelta para inclinar los resultados.
La única garantía frente a ese
riesgo es ganar en primera vuelta, evitando que la maquinaria del miedo se
active cuando sienta que va a perder el poder.
La fuerza política que quiera
salvar a Colombia debe alinearse detrás del aspirante con mayor competitividad
real. No se trata de imponer una candidatura, se trata de defender un principio
elemental, la supervivencia de la democracia y del Estado de derecho.
El candidato que hoy concentra
la mayor intención de voto es el Dr. Abelardo de La Espriella. No es un secreto:
sus cifras crecen, logra adhesiones espontáneas lo vemos a diario y en todas
partes, y representa para millones de colombianos la imagen de un liderazgo
firme y frontal.
En ese ssentido,la unidad no es
una opción: es una obligación moral con Colombia. Conclusión: es ahora o nunca.



No hay comentarios:
Publicar un comentario