El tercer viajero interestelar que desafía a la ciencia y despierta viejos mitos.
El sistema solar tiene un nuevo visitante, y no es uno de
la familia. Los astrónomos han confirmado el hallazgo del cometa 3I/ATLAS,
catalogado oficialmente como el tercer objeto proveniente del espacio
interestelar descubierto en la historia de la humanidad. Detectado
originalmente en julio de este año por el sistema de telescopios ATLAS en
Chile, este cuerpo celeste ha capturado la atención tanto de la comunidad
científica —por su rareza física— como del público general, que ha comenzado a
apodarlo la "nueva Estrella de Belén" debido a su brillo inusual en vísperas
de la temporada decembrina.
Lo que hace único al 3I/ATLAS no es solo su composición,
sino su movimiento. A diferencia de los planetas y cometas locales que orbitan
el Sol en elipses cerradas (regresando periódicamente), este objeto dibuja una trayectoria
hiperbólica.
Getty Images, esta "firma" matemática, confirma
que el objeto no está atado gravitacionalmente a nuestra estrella. Los análisis
de su trayectoria hacia el pasado son concluyentes: el 3I/ATLAS viene del
"afuera" profundo, cruzando el vacío entre las estrellas para atravesar
nuestro vecindario cósmico una única vez antes de perderse nuevamente en la
oscuridad del universo. Su velocidad, significativamente más alta que la de los
cometas locales, es otra prueba irrefutable de su origen exótico.
Más parecido a Borisov que a 'Oumuamua.
Desde su detección, telescopios de potencia global,
incluidos los observatorios espaciales Hubble y James Webb, han apuntado sus
lentes hacia el visitante.
Los datos preliminares indican que el 3I/ATLAS posee una coma
activa —una envoltura visible de gas y polvo—. Esta característica lo
diferencia del primer visitante interestelar conocido, 1I/'Oumuamua
(descubierto en 2017), que era una roca seca y oscura similar a un asteroide.
Por el contrario, el 3I/ATLAS se asemeja más al 2I/Borisov (2019),
comportándose como un cometa tradicional que se sublima al acercarse al calor
del Sol.
Para los científicos, esto es una oportunidad de oro: al
analizar los gases que desprende su cola, podemos "oler" y estudiar
la composición química de un sistema solar alienígena sin necesidad de enviar
una nave hasta allá.
Entre la ciencia y la fe: La "Estrella de
Belén".
La aparición del cometa ha coincidido con un aumento en
su luminosidad, lo que, sumado a las fechas, ha disparado comparaciones
populares con la bíblica Estrella de Belén. En redes sociales y círculos
religiosos, algunos interpretan su paso como un presagio o una señal del
regreso de Cristo.
Sin embargo, la astronomía es clara al hacer la
distinción:
Lo que vemos: No es una estrella (una esfera de plasma
que produce luz propia), sino un cometa (una roca de hielo y polvo que refleja
la luz del Sol).
El propósito: Mientras que la estrella bíblica se
describe como una guía divina para los Reyes Magos, el 3I/ATLAS es un fenómeno
natural regido por las leyes de la física orbital.
A pesar de la explicación racional, el espectáculo visual
que ofrece el 3I/ATLAS sirve como un recordatorio de nuestra pequeñez en el
cosmos. Sea visto como un mensajero divino o como una cápsula del tiempo
geológica de otra estrella, su paso fugaz es el evento astronómico del año.
Los expertos recomiendan aprovechar las próximas semanas
para observarlo, pues dada su hipervelocidad, el 3I/ATLAS jamás volverá a ser
visto desde la Tierra.


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