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sábado, 22 de noviembre de 2025

PARAPETO. - CUANDO LOS EGOS SE IMPONEN, DESTRUYEN.

 

"Los precandidatos no están jugando solos en el campo de la política. Están representando a millones de ciudadanos que hacemos parte de la militancia Uribista."

 

Por Julio Bahamon

 

La nueva crisis que estalló en el Centro Democrático por el desconocimiento de las reglas del juego acordadas por los precandidatos presidenciales, de realizar a cambio de una, dos encuestas, con empresas extranjeras, es en esencia, la consagración del ego sobre la institucionalidad, de la conveniencia personal sobre la palabra empeñada y una falta de respeto al liderazgo que dio origen al partido. Los precandidatos no están jugando solos en el campo de la política. Están representando a millones de ciudadanos que hacemos parte de la militancia Uribista. El Uribismo ha trascendido al Centro Democrático, no lo duden.

 

¿Por qué cambiaron las reglas a última hora?

 

  Porque a algunas precandidatas no les convenía competir bajo las que ellas mismas habían aceptado.  Eso, en cualquier estructura política, es una señal grave. El partido había definido un proceso: había foros, cronogramas, de alguna forma muchos creímos en la transparencia, pero sobre todo había un acuerdo político y moral. Pero ese acuerdo se hizo trizas cuando tres de los precandidatos decidieron que las cifras no les favorecían. Entonces, presionaron, a estas alturas, a las directivas nacionales para que el proceso fuera rediseñado, intentando forzar un cambio que, a pesar de los “saltos y brincos”, de las aspirantes, no obtendrán las cifras que esperan conseguir con el deseo. ¿Cómo exigir después disciplina, cohesión, respeto por la norma o acatamiento a los acuerdos dentro de los directorios departamentales y municipales?, ¿cómo pedirle a un candidato en el Huila, o en cualquier otro lugar de Colombia, que respeten los procesos, si el ejemplo desde arriba es exactamente lo contrario?

 

Lo más indignante para la militancia, además del cambio de reglas, lo es también, la actitud desafiante hacia Álvaro Uribe, el hombre cuyo liderazgo dio vida al partido que les brindó la oportunidad de ser sus precandidatos presidenciales. Es el mensaje más dañino de todos. Porque un partido que pierde la línea de su fundador pierde el norte y pierde el alma.

 

¿Cómo van a pedir confianza para gobernar Colombia si dentro de su partido no respetan procesos, no aceptan cifras y no son capaces de deponer sus ambiciones a un interés superior?

 

En esas circunstancias, resulta evidente que el Uribismo auténtico, ese que no necesita apellidos encontrara su cauce natural en la candidatura del Dr. Abelardo de La Espriella porque representa la claridad, la línea dura, vertical y coherente que millones de colombianos identificamos como la esencia del proyecto que fundo Álvaro Uribe Vélez.

 

Por la confusión que se ha generado y las disputas internas, centenares de miles de ciudadanos encontramos en Abelardo de La Espriella, como humildes militantes de la causa democrática, gústele o no a algunos sectores del partido, la voz que representa hoy el legado de Álvaro Uribe.

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