En la segunda ciudad del Huila, todo el mundo anda con los cabellos de punta.En la casa, en cualquier calle, o esquina, se puede estrellar con la muerte disfrazada de delincuencia común u organizada al asecho buscando una nueva víctima.
Hoy reina el miedo, la incertidumbre, la zozobra. La muerte
en Pitalito está disfrazada de bandas delincuenciales, unas comunes y otras
bien organizadas, que hacen inteligencia a sus víctimas, tienen personas dedicadas
a averiguar la vida y el patrimonio, quien entra y quien sale, el movimiento del dinero; han infiltrado las instituciones bancarias, las
compraventas de café, cualquier oficina o establecimiento de comercio, parecieran que tienen informantes en todo lado.
Moverse con altas sumas de dinero, o tener ahorros en oficinas o negocios, es cargar con lápida a cuestas.
La muerte en Pitalito anda armada, en motocicletas NKS de alto cilindraje, pasa todos días por la nariz de las autoridades que parecieran complacientes o negligentes, ante todo lo que ocurre. Cuando ocurre algún homicidio, o acción delincuencial que sacuda a la opinión pública, hacen planes, controles, requisas, capturas, por dos o tres días, y con una rueda de prensa el asunto está solucionado, mientras los campaneros de las bandas de atracadores, se burlan en la esquina, porque siguen libres y al acecho.
El enano se les creció, la percepción fuera de Pitalito, y en la misma Capital del Sur Colombiano, es que con el paso de los años se ha constituido en una ciudad violenta e insegura.
En la presente administración creo un cargo o asesoría específicamente para tratar con la seguridad, pero se ha constituido en una corbata más, no ha servido de nada, solo genera detrimento al presupuesto municipal, por el millonario salario que le pagan al funcionario designado por los honorarios, por hacer no sé qué.
Hablando con expertos en seguridad, dicen que frente al difícil
tema, el alcalde quien tiene la última, no escucha, se han ofrecido a ayudarle
de manera gratuita, para generar una verdadera política pública de seguridad
ciudadana acorde a la realidad, promoviendo controles al porte de armas, allanamientos,
labores de inteligencia de manera permanente, creación y fortalecimiento de los
frentes de seguridad, la red de apoyo,
el uso de las nuevas tecnologías, entre otras acciones.
Es tal la incertidumbre y la importancia reinante, que ya
escucha hablar de la conformación de un
grupo de limpieza social que se estaría armando y organizando para entrar a
operar, porque a las autoridades civiles y militares les quedó grande una problemática
que atenta contra la vida y patrimonio de la ciudadanía, que vienen tratando
con paños de agua tibia cuando ya se salió de madre.
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