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miércoles, 3 de enero de 2024

LA DELINCUENCIA, SE TOMÓ EL ANTIGUO CEMENTERIO DE PITALITO

 


En una completa olla, punto de encuentro para consumidores, marihuaneros, expendedores de alucinógenos, y atracadores, se ha convertido el antiguo cementerio  de la ciudad de Pitalito, que  es  de  propiedad de la Parroquia San Antonio, pero que  ha dejado su administración  al garete, a la suerte de los delincuentes, quienes aprovechando el abandono  se lo han tomado.

 

Ir a esas instalaciones es un completo peligro, cuestión de valientes, que no se niegan a abandonar la memoria de sus seres queridos. Quienes van a visitar a sus familiares, cuyos despojos mortales allí reposan, lo hacen bajo su cuenta  y riesgo, con la zozobra de no encontrarse a los amigos de lo ajeno,  agentes del crimen y los generadores de la inseguridad.

 

Por lo regular el Campo Santo permanece cerrado, para ingresar se  hace  por la parte de atrás,  esquina de una vivienda a medio construir, allí   se abre paso un camino por entre monte y  matorrales que llega al interior, para visitar las bóvedas y los restos que descansan en tierra.

 

Es común ver varios sujetos, mal encarados, muchos vestidos con harapos, reunidos en la que fuera la capilla,  donde por  años celebraron las eucaristías para los santos difuntos. El altar que fue para Dios, se lo han dejado al diablo para que haga lo que le dé la gana, en ese sitio  no hay respeto por la muerte, por estos días no hay ni Dios ni ley.

 

Las personas que visitan a sus familiares, para rezarles, limpiarles la tumba,  y dejarles flores como agradecimiento tras su paso por esta vida,  y se  reencuentran con ese  ser querido que ya está en el plano astral o espiritual.

 

Al entrar  o salir de dichas instalaciones, son  abordados por una jauría  de antisociales que están al asecho, y bajo amenazas, con arma blanca o de fuego, despojan a las víctimas de los objetos de valor y dinero que llevan con ellos, es entonces cuando el anhelo de visitar a un familiar muerto se convierte en una tragedia.

 

Cuentan que por la soledad y la inseguridad que reina en el lugar, es el sitio perfecto para cobrar extorsiones por el rescate de motocicletas, muchos de los que han sido objeto del robo, son contactados por los atracadores y después de fijar el precio de la devolución del vehículo, en el cementerio se encuentran  para hacer el intercambio,  recibir dinero y devolver  la moto, dichos actos  delincuenciales   también ocurren en el cementerio del centro poblado de Guacacallo.

Profanación

 

Por la falta de seguridad y de cuidado, este cementerio también es visitado por practicantes del ocultismo y la brujería, para realizar allí sus rituales, es común encontrar velas encendidas, tumbas partidas, otras fueron removidas, llevar la tierra usada en sus trabajos para matar, atormentar, o arruinar a una persona.

 

Por 700.000 mil pesos hay brujos que hacen muñecos, con el nombre de la persona, una fotografía,  activados por  algunos rituales y oraciones para enterrar viva a la persona que le hacen el trabajo.


El brujo lleva los elementos, que son  depositados en un ataúd con el  cuerpo de persona muerta que allí se encuentre, a quien le es asignada la misión de acabar con la vida de la víctima reflejada  en el muñeco, la fotografía, el nombre completo, todo afianzado con alfileres. 


En cuestión de meses la persona se enferma, se empieza a enflacar y se muere, muchas veces lo hacen por venganza, o simplemente porque quieren que esa persona fallezca para quedarse con sus propiedades.


 Hay muchas tumbas con huecos, presuntamente usadas para esos maléficos fines.


Cementerio abandonado

 

El monte, la maleza  se han tomado el cementerio, es dificultoso caminar, dar con el paradero de las tumbas, inclusive hay algunos árboles que fueron tumbados al parecer por un vendaval, y sus troncos se encuentran en medio del predio  aplastando tumbas y cruces. 

 

Aunque se han hecho jornadas de ornato y embellecimiento por parte de grupos medioambientalistas,  estas no se efectúan  periódicamente, jornadas que son fundamentales para mantener el cementerio en las mejores condiciones posibles, controlando la maleza, y el pasto que ha nacido por todo lado.

 

El nuevo alcalde de Pitalito, Yider Luna, tiene como una de sus prioridades, la puesta en funcionamiento de un cementerio público, ojalá  también se preocupe por la recuperación del antiguo Campo Santo, como un tributo a quienes allí reposan. Junto con la parroquia de San Antonio, los grupos organizados, las autoridades de Policía, y la comunidad en general le metan la mano, ojalá se contrate  un vigilante, con las autoridades se coordinen rondas periódicas,  contraten  el  cerramiento, efectúen  jornadas de ornato y embellecimiento, vuelvan a realizar las eucaristías, que de gusto y no miedo ir a visitar a nuestros seres queridos. 


No hay nada más triste que un pueblo sin memoria, donde nuestros muertos, los consumió el olvido.   


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