Por Wilfred Trujillo Trujillo
Diputado Asamblea del Huila
La
Navidad siempre ha sido una época profundamente significativa para nuestras
familias. Es un tiempo en el que las luces no solo adornan calles y hogares,
también iluminan la memoria, el encuentro y la esperanza. Pero además de su
valor emocional, este mes representa un impulso económico determinante para el
país y para el Huila. Cada diciembre, de acuerdo con cifras de Fenalco, el
comercio colombiano puede crecer entre un 25 y un 40 por ciento.
Este
movimiento no es únicamente el reflejo de una temporada de compras. También es
una oportunidad real de fortalecer los ingresos de miles de hogares. Por eso
creo que es necesario mirar esta Navidad con una perspectiva diferente, no como
un gasto inevitable, sino como una decisión consciente que puede fortalecer a
nuestra comunidad cuando escogemos comprar en nuestro propio territorio.
Cuando
recorro los municipios del departamento veo con claridad que detrás de cada
negocio familiar hay una historia digna de ser contada. El artesano que pasa
noches enteras tallando una pieza de madera que luego exhibirá en una feria. La
productora de achiras que trabaja junto a su familia para responder pedidos que
aumentan en diciembre. La joven emprendedora que diseña accesorios desde su
hogar. El cafetero que, pese a los retos del clima y de los precios internacionales,
sigue cuidando cada grano como si cultivara esperanza. Estos rostros, estos
oficios y estas manos representan una parte esencial del tejido económico que
sostiene al Huila. La Navidad es el momento del año en el que más podemos
ayudarles a mantenerse, crecer y proyectarse.
A veces no dimensionamos la fuerza de nuestras decisiones cotidianas.
Escoger un regalo elaborado en el departamento en lugar de uno importado puede
parecer un acto pequeño, aunque en realidad no lo es. Significa apoyar la permanencia
de un taller, de un cultivo, de una microempresa. Significa brindarle un
impulso directo a un emprendedor que compite en condiciones mucho más exigentes
que aquellas de las grandes cadenas. Según datos de la Cámara de Comercio del
Huila, más del 95 por ciento del tejido empresarial regional está compuesto por
micro y pequeñas empresas. Muchas dependen casi por completo del movimiento
comercial de fin de año. Cuando elegimos comprar en el Huila contribuimos a que
miles de negocios cierren el año con estabilidad y comiencen el siguiente con
un poco más de tranquilidad.
He
tenido la oportunidad de conversar con emprendedores en Pitalito, Neiva,
Garzón, La Plata, San Agustín, Palermo, Gigante y otros municipios. En todos
encuentro la misma mezcla de esfuerzo y esperanza. La temporada de fin de año
suele traducirse en un aumento significativo de la demanda. Más ventas en
mercados campesinos. Mayor circulación en ferias artesanales. Más pedidos en
panaderías, reposterías, talleres de confección y emprendimientos creativos.
Este movimiento no solo beneficia a quienes venden sus productos. También
favorece a quienes transportan, cultivan, producen, empacan o
distribuyen.
Pero
el movimiento económico de diciembre en el Huila no proviene únicamente del
comercio y los emprendimientos. También se fortalece a través del turismo
cultural y religioso que, en esta temporada, atrae a miles de visitantes a
municipios como La Jagua y San Agustín. En La Jagua, por ejemplo, la iniciativa
“La Jagua es un Pesebre” ha convertido al centro poblado en uno de los pesebres
vivientes más grandes del país, recorriendo más de 25 cuadras y movilizando a
toda la comunidad. Solo en 2024 este evento atrajo a más de 500.000 visitantes,
generó cerca de 1.500 empleos temporales y llenó por completo la oferta
hotelera de la zona, dinamizando la economía rural mediante la venta de
alimentos, artesanías, transporte y pequeños comercios locales.
San
Agustín también se consolida como un destino clave durante esta época. Su
pesebre viviente y su riqueza patrimonial con el Parque Arqueológico declarado
por la UNESCO atraen visitantes durante todo el año. En 2024, el parque
registró más de 71.000 visitantes, un crecimiento del 7,5 % frente al año
anterior. Esta afluencia se suma a los 2,7 millones de visitas contabilizadas
en todos los atractivos turísticos del Huila en 2023, lo que demuestra que el
turismo es uno de los motores de reactivación más fuertes y constantes del
departamento. Hoteleros, guías, transportadores, comerciantes y familias que viven
del turismo son beneficiarios directos de este movimiento.
Estos
ejemplos muestran que la Navidad no solo impulsa el consumo local, también
fortalece una cadena turística que integra tradición, cultura y economía. Los
pesebres vivientes, las rutas patrimoniales y los atractivos culturales del
Huila se convierten en escenarios donde la identidad se transforma en bienestar
económico para cientos de familias.
La economía local funciona como un engranaje y diciembre es el mes en el que ese engranaje puede girar con más fuerza.
Por eso, cuando hablo de la importancia del consumo local, no me refiero a una
invitación sentimental. Hablo de una estrategia económica con impacto social
real. Comprar local significa disminuir brechas, mantener empleos, estimular la
producción interna y reactivar circuitos económicos que fortalecen la autonomía
regional. Según proyecciones del DANE, el comercio, la industria y la
agricultura son sectores decisivos para la reactivación económica del país. En
el Huila estos sectores se reflejan en familias, asociaciones campesinas,
pequeños talleres, grupos de mujeres emprendedoras y jóvenes que ven en el
emprendimiento una oportunidad para construir su proyecto de vida.
También
es cierto que quienes producen en el Huila enfrentan desafíos importantes.
Dificultades de transporte, costos elevados de insumos, acceso limitado a
créditos justos, ausencia de espacios estables de comercialización y, en muchos
casos, competencia desigual frente a productos industrializados que ingresan al
mercado con precios muy bajos. Frente a estos retos, considero que el Estado
tiene la responsabilidad de acompañar, promover y proteger la producción local.
Esto implica fortalecer ferias, mercados, vitrinas institucionales y procesos
de formación empresarial.
También
implica garantizar vías en buen estado para que los campesinos puedan
transportar sus productos y brindar espacios adecuados donde las asociaciones
artesanales puedan exhibir su trabajo. En esencia, se trata de generar
condiciones reales de competitividad y no discursos vacíos.
Sin
embargo, debemos reconocer algo fundamental. El consumo local no se define
únicamente desde las instituciones. Lo definimos todos con nuestras decisiones
de compra. Cada familia, cada joven, cada hogar que elige un regalo, un postre,
una decoración o un detalle elaborado en el Huila aporta directamente al
bienestar de otra familia del territorio. Esta Navidad quiero invitar a los
huilenses a observar con atención lo que ofrecen nuestros municipios. Las
ferias artesanales y de emprendimientos, los cafés especiales, los productos
agrícolas, las confecciones, las manualidades, los accesorios hechos a mano,
las prendas creadas por emprendedoras locales, los chocolates artesanales, los
dulces tradicionales, las piezas talladas, los bordados y las decoraciones que
nacen en nuestras veredas y barrios representan más que mercancías. Representan
cultura, identidad y economía viva.
También debemos valorar el impacto que tienen nuestras decisiones en las nuevas
generaciones. Cada vez más jóvenes encuentran en el emprendimiento una forma de
generar ingresos, innovar y arraigarse en su territorio sin verse obligados a
migrar. Ellos representan una fuerza creativa inmensa. Para sostenerse
necesitan que la ciudadanía reconozca su trabajo, compre sus productos,
recomiende sus marcas y apoye sus iniciativas. Cuando compramos en el Huila
estamos respaldando el futuro económico del departamento.
En
muchas ocasiones, en medio del afán de diciembre, optamos por lo rápido o lo
más accesible desde grandes plataformas. Sin embargo, cuando miramos con
atención descubrimos que aquello que buscamos ya lo produce alguien aquí. Un
artesano de Pitalito, una panadería en Garzón, una emprendedora en Neiva, un
agricultor en Campoalegre, un joven creativo en La Argentina. Cuando les
compramos a ellos les damos un motivo adicional para seguir trabajando con
orgullo.
Creo
profundamente en el potencial económico del Huila. Un potencial que no depende
únicamente de las grandes inversiones, sino del fortalecimiento permanente de
quienes producen desde la base. La Navidad es una de las mejores oportunidades
del año para activar ese potencial. No se trata de romantizar la idea del
consumo local. Se trata de entenderlo como una decisión estratégica que
transforma realidades concretas. Un emprendedor que vende más puede generar
empleo. Un agricultor que mejora su ingreso puede invertir en su finca. Una
artesana que recibe reconocimiento puede mantener viva una tradición. Una
familia que logra comercializar sus productos en diciembre puede cerrar el año
con dignidad.
Por
eso esta Navidad quiero invitar a los huilenses a tomar decisiones que
construyan comunidad. A mirar con orgullo lo que producimos en nuestra tierra.
A valorar el trabajo que nace de nuestras manos. A entender que cuando le
compramos a uno de los nuestros, le compramos al Huila. Detrás de cada venta
existe un sueño, una familia, un oficio y una historia. El verdadero espíritu
de esta temporada no se encuentra únicamente en lo que damos o recibimos.
También está en la capacidad que tenemos de impulsarnos unos a otros.
Que
esta Navidad sea una celebración que también mueva la economía del
departamento. Una celebración que reconozca lo nuestro, que fortalezca a
quienes producen con esfuerzo y que nos recuerde que, incluso en tiempos
difíciles, la esperanza se construye desde la economía local.
Que esta sea la Navidad en la que, como territorio, decidimos creer en el talento huilense, apoyar nuestros emprendimientos y demostrar que cuando la comunidad se une y se respalda, el Huila avanza con pasos firmes hacia un futuro más próspero y más humano.

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