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lunes, 1 de diciembre de 2025

PARAPETO. - BREVE HISTORIA DE LA POLÍTICA NACIONAL.

Por Julio Bahamon Vanegas

 

En la historia política colombiana, que debemos conocer, hay expresiones que, por su dureza, lograron transcender por décadas, que nos sirven para recordarnos lo que no debe repetirse.

 

Una de ellas es la célebre, y temida, “disciplina para perros”, instaurada por el Dr. Laureano Eleuterio Gómez Castro, jefe natural del Partido Conservador en los años 50. El Dr. Gómez estructuro una maquinaria vertical donde la obediencia no era virtud, sino obligación, y la discrepancia era sinónimo de traición. Para la época no había lugar a deliberación, ni consulta, ni debate, solo acatar órdenes. Sin espacios para la crítica interna, sin procesos participativos y con una jerarquía que decía quién podía hablar, quién podía aspirar y quienes deberían someterse.

 

Hoy, un siglo después, la democracia colombiana enfrenta un problema similar y sorprendente, pero con vestimenta más moderna: la dictadura de los avales. Y, la irresponsabilidad de los partidos políticos. No sé quién se inventó esa fórmula de retroceso inverosímil. Los avales, que en teoría deberían ser garantistas y serios, se transformaron en la llave exclusiva del poder político. A lo que han recurrido muchos políticos de los mismos partidos, a crear otros partidos escindidos de los tradicionales, permitir que hoy haya más de 34 partidos políticos con personería jurídica lo qué les concede el privilegio de tener candidatos a la presidencia de la república, armar listas al congreso y negociar avales para nutrir las arcas de esos partidos.

 

Hoy ocurre algo peor que en tiempos de Laureano:  Hoy no hay democracia interna, no existe deliberación territorial con la gente, no se convoca a las bases, ni a las comunidades, ni a la militancia y quien discrepa simplemente queda por fuera.  Las comunidades apenas se enteran cuando los avales ya están repartidos

 

Las comunidades que antes se reunían en asambleas populares, escuchaban propuestas, debatían y escogían por votación mayoritaria aplicando el cociente electoral, están excluidas del proceso. ¿Cómo pretenden los partidos que la gente vaya a respaldar unas listas y/o candidaticos a la presidencia si jamás fueron convocados, escuchados o tenidos en cuenta? Cuando los partidos renuncian a la democracia interna, cuando cierran sus puertas a la ciudadanía, cuando reemplazan el debate por órdenes e imposiciones, la política pierde su función social, se vuelve estéril, rancia, corrosiva.

 

El país político necesita con urgencia recuperar para la ciudadanía, asambleas territoriales presenciales, transparencia en la entrega de los avales, mecanismos de consulta vinculante y reglas del juego claras, y el sistema electoral depurar la política de tantos e innecesarios partiditos de pacotilla. Hoy la disciplina para perros no se pregona, pero se aplica, no se grita, pero se impone, no es pública, pero se siente.  Si no se corrige el rumbo, la política va perdiendo el sabor, y la democracia agonizante comienza a sentir que le llegó la hora de fallecer.

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